Martin Scorsese, sobre «Silencio»: «Ha sido una experiencia religiosa»

El cineasta cumple su sueño de llegar a la gran pantalla el libro de «Silencio de Shusaku Endo» que le regalaron en 1988

Los Ángeles Actualizado: Guardar
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Con niebla sobre los ojos y en calma, Martin Scorsese retrata la llegada de los protagonistas de su último filme, «Silencio», al Japón medieval que les espera. Allí, los cristianos son perseguidos por vivir la experiencia de la fe. Este no es el Scorsese de «La última tentación de Cristo» ni el de «Kundun», siempre en busca de respuestas, este es un cineasta con el claro objetivo de demostrar que la vida es el camino de la fe.

«Fui muy afortunado por poder llevar a cabo esta película porque al hacerla, al pelear por producirla durante todos estos años, la he vivido. He explorado mi propia fe. Uno no encuentra una respuesta contundente. Sin embargo, al superar los problemas con el guion, los problemas financieros, tuve tiempo de entender mi existencia», afirma Martin Scorsese en Nueva York.

«Durante estas tres décadas ocurrieron muchas cosas en mi vida personal que me ayudaron a cambiar y me dieron claridad a lo que significaba esta historia para mí. Este filme me ha hecho sentir la profundidad de la fe, la lucha por su esencia. Este libro ha sido una experiencia religiosa», añade.

Fue el arzobispo Paul Moore, de la Iglesia Episcopal de St John, quien le regaló al realizador el libro «Silencio de Shusaku Endo» en 1988. «Recuerdo que me llevé la novela a Japón, donde tenía que rodar con Akira Kurosawa, y la leí en el tren bala que va de Tokio a Kioto. Supe desde el momento en que la terminé que quería convertirla en una película. El único problema era que no tenía ni idea de cómo hacerlo» asegura el director.

A Shusaku Endo se le considera el Graham Greene japonés, un escritor que, como Scorsese, encontró difícil reconciliar su fe católica con la cultura japonesa de su época. «Vivimos tiempos demoledoramente vacíos, inocuos de contenido. Hoy en día nada tiene sentido, este filme me ha permitido mostrar un relato sobre un santo moderno, algo que deseaba hacer desde hace mucho tiempo».

Aunque en la misma línea que «La última tentación de Cristo», «Silencio» es una cinta mucho más profunda. «Toda mi vida he estado involucrado con el catolicismo romano, con la iglesia, más que con la institución con el mensaje, lo que significa la cristiandad y ser un buen cristiano. Cuando terminé «La última tentación», sentí que necesitaba más. Quería pensar más sobre la fe, cuestionarme, buscar su significado, lo qué es o no es, cómo existe, no quería imaginarla sino vivirla», confiesa. «Cuando leí el libro de Endo supe que tenía en mis manos algo muy profundo. Por eso he tardado tantos años en encontrar la manera de interpretar el filme y las palabras sobre la página», añade.

«Silencio» cuenta el viaje de los padres jesuitas Sebastián Rodrigues, interpretado por Andrew Garfield, y Francisco Garrpe, a quien da vida Adam Driver, enviados al Japón del siglo XVII para averiguar si son ciertas la noticias de apostasía del padre Ferreira ( Liam Neeson). «Silencio es la historia de un hombre que aprende, dolorosamente, que el amor de Dios es un misterio y, sin embargo, siempre está presente en sus silencios», continua Scorsese.

El cristianismo llegó a Japón de la mano del padre vasco Francis Xavier en 1549, aunque el verdadero arquitecto de la misión japonesa fue el italiano Alessandro Valignano. Juntos construyeron la primera comunidad en la isla. Durante casi un siglo la relación entre el emperador y los misioneros, si bien con altibajos, fue privilegiada, hasta que en 1614 se firmó un edicto de expulsión de los sacerdotes prohibiendo la práctica del cristianismo.

«Desde los ocho años he vivido fascinado con la vida de los misioneros y es cierto que en algún momento he soñado en convertirme uno de ellos», admite Scorsese. Interesado en la espiritualidad, dentro y fuera de la pantalla, el director empezó a escribir el guion junto con Jay Cocks, uno de sus fieles colaboradores. «'Silencio' es una historia que se mueve como la marea, sin una estructura tradicional, va y viene entre momentos de meditación, duda y violencia», reconoce.

La cinta provoca al espectador con la dureza que muestran algunas imágenes y que exigió a los protagonistas someterse a una rigurosa dieta, llegando Driver a perder casi veinte kilos. «Scorsese es la cima de la montaña para cualquier actor. Perder peso era lo mínimo para crear el personaje. Durante el rodaje tuve el impulso de decirle que haría cualquier cosa que me pidiera, pero eso no era lo que a él le interesaba», cuenta Adam Driver. «Martin quería un actor con opiniones, con capacidad de entender el personaje y compartir ideas. Le gusta que los actores se hagan dueños de su trabajo. Su conocimiento podría convertirle en un dictador y, sin embargo, se comportó como un diplomático interesado en colaborar con el equipo», concluyó.

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