Sala del nuevo Piu di Prima
Sala del nuevo Piu di Prima - PIU DI PRIMA
Crítica

Piu di Prima: mismo nombre, otro estilo

De italiano de lujo pasa a ser, sin que el término pretenda ser despectivo, un italiano «de barrio»

MADRID Actualizado: Guardar
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Durante más de una década, Piu di Prima, en la calle Hortaleza, fue uno de los restaurantes italianos más conocidos de Madrid. Abierto por un singular personaje, Angelo di Salvo, especialista durante unos años en hacer de sus establecimientos sitios muy de moda, de esos de ver y ser visto, sin importar demasiado la calidad de la comida. En 2009, Di Salvo traspasó el restaurante a otro empresario italiano, Gianluca Faverio, quien, mucho más serio en sus planteamientos, apostó por la calidad en la cocina y por un mayor respeto hacia el cliente, con una oferta gastronómica mucho más cuidada basada en materia prima de calidad. Sin embargo, el proyecto de Faverio no acabó de cuajar y el restaurante pasó luego por diversas manos hasta su cierre hace un año.

La última propietaria, Teresa Santillana, con el apoyo de otros socios, ha reabierto ahora Piu di Prima pero con un concepto radicalmente distinto. En primer lugar con un importante cambio de ubicación. De la parte noble de la calle Hortaleza a la avenida del Marqués de Zafra, a un paso de Manuel Becerra, una zona más «popular». En segundo lugar, en un local muy alejado del «glamour» del primitivo. De italiano de lujo pasa a ser, sin que el término pretenda ser despectivo, un italiano «de barrio». Un planteamiento mucho más modesto en un espacio que, salvo lo luminoso que son los dos comedores, resulta un tanto desangelado y poco acogedor. Bastantes despistes en el equipo de sala, con un maitre, además, demasiado confianzudo con los clientes.

Al igual que el local, la carta es más modesta que la que recordamos en la anterior etapa. Y eso sí, con precios mucho más contenidos. Al frente está un cocinero italiano, Stefano Franzin, que ya estuvo en Piu di Prima en diferentes momentos de su etapa anterior. Pese a su experiencia, no acaba de redondear los platos. Así, en las entradas (antipasti), el vitello tonnato (12 €) llega escaso de salsa por lo que resulta un tanto seco. No falta la burrata (12), inevitable ya en la carta de cualquier restaurante italiano, que aquí se sirve con tomate y rúcula. Mejor las berenjenas a la parmesana (10), bien gratinadas, satoisfactorias. Las pastas caseras están a un nivel correcto. Con precios que van desde los 9 € de los espaguetis con salsa de tomate y albahaca hasta los 14 de los negros con sepia y langostinos. Mejor las preparaciones más sencillas, como los penne a la arrabiata o la lasaña clásica a la boloñesa, que las más sofisticadas como unos raviolini al foie gras carentes de interés.

Burrata
Burrata - PIU DI PRIMA

En la carta hay dos risottos. En uno de ellos se indica que ha sido elegido entre los ocho mejores del mundo por una guía. Con «galletto» (pollo) y tomate (16). Una gran decepción. En lugar del arroz cremoso que esperamos nos encontramos con uno caldoso que lleva tomates cherry y trozos de un pollo totalmente insípido. Francamente mal. Entre las carnes, correcto el escalope a la milanesa (15). Lo que sí está bien son los postres, especialmente el tiramisú al estilo de Venecia (5), muy bueno. Carta de vinos breve con algunas referencias italianas de interés.

Lo mejor: El tiramisú.

Precio medio: 40 €.

Calificación: 5,5.

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