Crítica

El Pradal, el modelo que vuelve

Recupera, convenientemente actualizado, el espíritu de aquellos asadores de carne que triunfaban en la periferia de Madrid

MADRID Actualizado: Guardar
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Situado en una zona industrial y de oficinas de San Sebastián de los Reyes, El Pradal recupera, convenientemente actualizado, el espíritu de aquellos asadores de carne que triunfaban en la periferia de Madrid en los años de las vacas gordas y a los que la crisis dejó muy tocados o incluso, en bastantes casos, hundidos. Ocupa este restaurante un enorme edificio de dos alturas, con dos terrazas exteriores, y una gran barra en la planta baja tras la que se encuentra un espacio informal en el que se ofrece un buen menú del día. En la planta superior el comedor principal, completamente renovado hace pocas semanas para darle un aspecto más moderno y a la vez para mejorar la insonorización.

Al fondo, separada por una cristalera que permite a los comensales ver el trabajo de los cocineros, una amplia cocina en la que se encuentra la parrilla, fabricada en el País Vasco al estilo de las de los mejores asadores de aquella región, con cinco alturas diferentes y alimentada con carbón de encina. En torno a ella gira la principal oferta del restaurante, que son las carnes de vaca y de buey. Piezas muy seleccionadas, que reciben de Discarlux, unos de los principales grupos carniceros españoles, y que también están a la vista en un gran expositor junto a la cocina.

Carne de calidad y buen manejo de la parrilla son las dos claves por tanto de esta casa. El día de nuestra visita nos ofrecen una chuleta de genuino buey (66 € el kilo). Para que no haya dudas nos muestran la etiqueta que registra la trazabilidad del animal. Un bicho de raza rubia gallega con casi nueve años que pesó 650 kilos en canal y sometido a maduración durante algo más de sesenta días. Carne excelente, con mucho sabor y con el punto perfecto en las brasas. Para quien prefiera pagar menos, hay chuletas de vacas de importación. Además, entrecot, solomillo o un steak tartar (22) bien picado y aliñado. De la parrilla salen también pescados como el rodaballo (23), el sapito (22) con su correspondiente bilbaína, o el llamado chuletón del mar (50), un lomo de atún rojo de Balfegó para dos personas. Siempre producto bien seleccionado y tratado con corrección.

Carne excelente, con mucho sabor y con el punto perfecto en las brasas
Carne excelente, con mucho sabor y con el punto perfecto en las brasas - EL PRADAL

El cocinero es Julio Miralles, un veterano al que, como a otros colegas, le picó la absurdsa mosca de la televisión, lo que le llevó a participar en Top Chef. Miralles tiene más éxito con las elaboraciones que se ciñen a la tradición o en las que hay mayor protagonismo del producto, que con aquellas más complejas o a las que se incorporan innecesarios ingredientes orientales. Así, los espárragos de Tudela, las alcachofas confitadas (14,50), últimas de la temporada, o la pluma de cerdo ibérico están muy bien, mientras que un lomo de merluza (19) queda arrasado por un puré de patata con miso que anula por completo al pescado. Para terminar, quesos artesanos seleccionados con criterio (14,50 la tabla), aunque si prefieren dulce hay postres caseros (todos a 8) como la tarta de zanahoria con helado de mascarpone o la poco habitual pavlova. Para beber, una completa carta de vinos a la que, además, se aplican precios muy comedidos.

Lo mejor: Carnes a la parrilla.

Precio medio: 65 €.

Calificación: 7.

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