LA FERIA DE LAS VANIDADES

La realidad y el deseo

Los territorios abonados al nacionalismo en España son los privilegiados, los que están poblados por niños caprichosos que lo quieren todo aquí y ahora

Luis Cernuda JM NIETO
Francisco Robles

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Lo señalaba, con verbo certero, el sabio Rogelio Reyes en la entrevista que publicamos ayer. El acierto de Cernuda fue descubrir y poetizar la característica principal que define al hombre contemporáneo: esa escisión que va más allá de la vivencia para entrar en lo metafísico, y que provoca la división del ser humano entre la realidad y el deseo. Huérfano de las convicciones de antaño que explicaban la vida y la muerte con un sistema cerrado e indiscutible, el hombre del siglo XX empezó a transitar por un camino donde no había certezas: la duda es la senda. Sin anclajes dogmáticos, ese hombre apabullado por la realidad cambiante se refugia en el deseo que lo libere del mundanal ruido. Un deseo que puede ir desde la ascensión platónica, al refugio en los placeres de lo dionisíaco. Un deseo que ya no es la otra cara de la realidad, sino la realidad misma. El deseo ya no es la potencia, sino el acto, que diría Aristóteles.

Vivimos en el deseo, en lo lúdico, en lo que se escapa del molde preconcebido que fija las obligaciones morales o laborales. Queremos vivir en un continuo y permanente deseo envuelto en el celofán de una felicidad prefabricada a la medida de cada uno. Eso se llamó siempre capricho. Y eso, que tiñe de rosa falso las relaciones personales hasta desvirtuar las amorosas, es lo que sostiene el tinglado nacionalista que pone en solfa nuestra convivencia. Para entender el nacionalismo de hoy, no solo hay que viajar al Romanticismo del siglo XIX. Debemos profundizar en esta visión del mundo donde el deseo, malinterpretado y sacado de quicio, se hace dueño de la realidad hasta manipularla y falsearla.

Es el deseo del nacionalista el que crea una realidad impostada e imposible. No en vano, los territorios abonados al nacionalismo en España son los privilegiados, los que están poblados por niños caprichosos que lo quieren todo aquí y ahora, seres inmaduros y antojadizos que no están dispuestos a compartir los juguetes con los que son más pobres que ellos. Así se explica esa contumacia en defender, desde un punto de vista teóricamente progresista, algo tan reaccionario como el regreso a un feudalismo disfrazado con los ropajes de la posmodernidad. Ese deseo de una Arcadia que nada tiene que ver con la cernudiana, situada en el tiempo sin tiempo de la infancia, es lo que vertebra el virus nacionalista que puede cargarse las estructuras que tantos siglos, y tanto esfuerzo, nos ha costado construir.

Esa escisión del nacionalista es la que origina, a su vez, la escisión de la nación española. No ven la realidad que los rodea: autogobierno a unos niveles de vanguardia en el mundo, bienestar económico, desarrollo sin cortapisas de su cultura propia… Y se inventan un paraíso inexistente que se alimenta con la gasolina de un deseo inflamado por la propaganda. Por eso Cernuda es el poeta más vigente de la Generación del 27. Porque supo formular en su cuidada escritura, y en su vida insaciable, esa escisión que nos provoca la angustia que define al hombre contemporáneo por muchos medios de los que nos sirvamos para ocultarla. El poeta reunió toda su obra bajo un único título: La realidad y el deseo. Por algo sería.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación