EL RECUADRO

Gracias, director Nicolás Salas

El Recuadro no lo inventé yo. Es de justicia reconocer, como ahora hago, que fue el bueno de Nicolás Salas quien lo creó

Manuel Lorente, Nicolás Salas y Antonio Burgos, en la redacción de ABC de Sevilla DOBLADO
Antonio Burgos

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Si está usted leyendo este artículo, como hace tantos años, es gracias a Nicolás Jesús Salas. Valenciano, porque ya se sabe que los sevillanos nacemos donde nos sale del alma de nardo del árabe andaluz. Autodidacta. Era ya periodista de raza cuando se ganaba la vida como dependiente en Brytaniz, la pañería de la calle Francos junto a Lanas Pareja, de la familia de Antonia, la que habría de ser su mujer. Lo conocí allí, cuando como haciendo de aprendiz de la sastrería de mi padre iba a que Juanito o Salas me dieran el corte de traje que había encargado. Yo no sabía entonces que aquel dependiente de Brytaniz era aficionado a periodista, sobre todo de fútbol y de motos. Que había escrito hasta en el papel del pescao frito: en el «Sevilla», en «Trofeo», en «Oiga», en «Novedades». Luego ya me encontré con él en este bendito oficio, cuando llegué de alumno en prácticas a ABC y él era redactor de Economía. Años de la España del Polo de Desarrollo y del Canal Sevilla-Bonanza, en una Andalucía subdesarrollada. El director Don Guillermo Luca de Tena lo había hecho auxiliar de Redacción, como luego, como Presidente de Prensa Española, en 1976, en plena Transición, lo nombró director de ABC, en una Sevilla que habría de sentir en el alma, en su presente y en su esperanza de futuro. Salas impregnó a ABC de Sevilla de la sevillanidad de su fundador, Don Juan Ignacio Luca de Tena, el padre de Don Guillermo. Para aquella empresa, me nombró redactor-jefe. Y me incluyó en la terna que escribía el «Sevilla al día», una columna en cursivas, firmada con seudónimo, que desde el primer número de 1929 abría la sección local.

Nicolás Salas, entre los muchos cambios que hizo en el ABC de Sevilla de la Transición, le dio otro carácter al «Sevilla al día». Le quitó las cursivas y lo puso en redondas y en un recuadro a dos columnas, bajo los titulares que abrían la sección local, quitándole la función de sumario floreado que tenía y convirtiéndolo en un artículo sobre Sevilla. Nos lo encargó a una terna, que se alternaba: Manolo Ferrand, Joaquín Caro Romero y servidor. Por unas razones y otras, Ferrand y Caro tiraron la toalla. Y Nicolás, tras comentarme preocupado las bajas, me dijo en su despacho de director con el retrato de Sor Ángela y del Padre Tarín:

—¿Tú te atreves a escribir tú solo el «Sevilla al día» cada día?

¿Quién dijo miedo? Día a día, «Burgos», con el apellido solo, firmó año tras año aquel recuadro que abría Sevilla. Al que los lectores dieron en llamar «El recuadro de Burgos». Luego, al morir Pedro Rodríguez, que alternaba cara a cara en la sección de Opinión con Jaime Campmany, aquella sección pasó a las primeras paginas; Nicolás suprimió el «Sevilla al día» y lo sacó de pila como lo llamaban los lectores: «El Recuadro». Así que El Recuadro no lo inventé yo. Es de justicia reconocer, como ahora hago, que fue el bueno de Nicolás Salas quien lo creó. El que me animaba cada día, cuando le pasaba el texto a consulta y me lo devolvía visado con una moneda de una peseta pegada con cel-lo sobre el folio y medio, y una frase de elogio. Me hizo su redactor-jefe, ilusionados los dos en Andalucía y en su verde y blanca, frente a lo que pensaban muchos lectores. Hizo una gran Redacción de donde salieron muchos otros directores: Ignacio Martínez, Carrizosa, Florencio, León, Ramírez... Tanto sevillanizó e hizo de todos el ABC, que de los 58.000 ejemplares con que lo cogió en 1976, alcanzó un pico de 64.000 en 1981. Cada día, Joaquín Pellón de León, el gerente, le pasaba el parte con el aumento sobre el «Índice Bodas de Oro», la tirada de 1979. Para lograrlo, nos dejó hacer un periódico joven y sevillano, comprometido con la Monarquía, con la Democracia, con Andalucía. Tendría que hacer otro artículo dando las gracias a Salas y a Manolo Lorente, su redactor-jefe de Huecograbado, por haberme animado a levantar tanta sevillanía en «Casco Antiguo». Ahí queó. Ahora no es «colonia con el bote cerrado», como él decía, es justicia: sin ti, querido Nicolás, viejo Director, «El Recuadro de Burgos» nunca habría existido. Ni el ABC hubiera sido una exitosa institución de Sevilla en forma de apuesta por el futuro de una Andalucía autónoma en la España de la Transición.

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