LA FERIA DE LAS VANIDADES

La dacha de Podemos

Mientras la gente no puede llegar a fin de mes, Pablo e Irene llegarán al chalé de la sierra para disfrutarlo gracias a los sueldos que les pagamos entre todos

Fachada exterior del chalé que han comprado Pablo Iglesias e Irene Montero en Galapagar, Madrid ABC
Francisco Robles

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¿De qué te sorprendes, incauto creyente en las medias verdades y las dobles mentiras del populismo? Que Pablo Iglesias se haya comprado una casa de 600.000 pavos en la sierra no es ninguna noticia. No hay novedad en ello. Corto se ha quedado el de la coleta. Sus antecesores ideológicos no vivían en chalés con molestos vecinos al lado. Gente pequeño burguesa que hace barbacoas para invitar a sus amistades y que sufren los columpios de Sabina cuando llegan los domingos por la tarde. Gente que vive para trabajar y pagar la hipoteca, y que en su fuero externo piensa que son ricos porque tienen un trocito de terreno tasado e hipotecado.

Los populistas de verdad no vivían en esos chalés repetidos hasta la saciedad. Lo suyo era el palacio. Con todos sus avíos. Se sentían y se sienten herederos de los zares y de los emperadores, de los reyes que tanto detestan porque no llevan sangre azul de fábrica, y a los que imitan hasta en los más nimios y mínimos detalles. ¿Qué es un dictador populista sin su palacete, sin su corte de aduladores eternamente sonriente, sin sus adhesiones inquebrantables, sin ese lujo de los cientos de pares de zapatos, de las joyas que el pueblo cree que son suyas porque las lleva la primera dama, sin el visón del no llores por mí Argentina?

Por eso la dacha de Pablo Iglesias no es más que la repetición de las dachas soviéticas que disfrutaban los jerarcas del comunismo soviético cuando gobernaban a su placer y antojo. Dachas perfectamente amuebladas según las normas del denostado confort occidental que nada tenían que ver con las viviendas miserables donde se hacinaba el proletariado. Dachas situadas a las afueras de Moscú, a las que accedían en lujosos coches oficiales que nada tenían que ver con el transporte público al que se sometían los que no tenían otra forma de moverse por la ciudad. De moverse por el mundo ni hablamos, porque todos sabíamos que un trío era lo que quedaba de la gira de una orquesta sinfónica rusa por Europa.

La dacha de Iglesias y Montero es la demostración palpable de la demagogia imperante en Podemos. Lo mismo que le criticaron a Guindos es lo que han hecho después de caerse del ídem. Puro populismo revestido de ropa barata para dar el pego. Barbacoas para arreglar el mundo los domingos a mediodía, o los sábados por la tarde, que así se puede prolongar la sesión de debate en la noche iluminada por los mojitos y la chimenea. Medias verdades y dobles mentiras que reproducen la demagogia que no quieren ver los que se agarran al clavo ardiendo de una ideología que solo ha traído miseria moral y económica. Mientras la gente, como ellos llaman a los ciudadanos, no puede llegar a fin de mes, Pablo e Irene llegarán al chalé de la sierra para disfrutarlo gracias a los sueldos que les pagamos entre todos. Que lo disfruten y con sus costillas o solomillos en la barbacoa se lo coman. Ancha es Castilla desde que los Reyes Católicos, tan fachas, la engrandecieron. Y la sierra de Madrid, como la parte del embudo que siempre utilizan, ni digamos…

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