LA TRIBU

Animales

Lo de Salomón es para que la Junta lo cogiera y lo corriera a gorrazos, por machista y piropero

Una de las imágenes usadas por la Junta en su campaña contra el piropo ABC
Antonio García Barbeito

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Con razón los llaman búhos, por lo fisgones que son; eso lo sabemos, como poco, desde el Cantar de los cantares. Ya ven cómo era el amado: «Helo ahí, de pie, detrás de nuestra pared, / mirando por las ventanas, / vigilando por las celosías…» Fisgón, tela de fisgón. Lo de Salomón es para que la Junta lo cogiera y lo corriera a gorrazos, por machista y piropero, y ella, la amada, la pobre, todo lo que dice es porque el amado la tenía sometida, humillada como la de la copla del «Te lo juro yo», que a ver quién es la guapa que canta ahora eso de «Llévame por calles de hiel y amargura, / ponme ligaúras y hasta escúpeme…» Pues la amada del amado, según Salomón, así se dominada, la pobre, y por eso dice las cosas que dice… «…hubieses mamado en los senos de mi madre!: / si te encontrase en la calle, / yo podría besarte sin censura alguna. / Habría de guiarte, / habría de llevarte a casa de mi madre, / y tú allí me enseñarías. / Y yo te haría beber un vino perfumado, / el mosto de mis granadas…» Ya empezamos, que si las granadas, que si los tarros de miel… Y, claro, el amado, pues, a lo suyo: «¡Tus senos son como dos añojos / gemelos de gacela que pastan entre azucenas!»

Así, Salomón. Y de allí nos vamos a otros más cercanos, más conocidos, más nuestros, como la copla flamenca: «Tus besos me han vuelto loco, / y me tienes que curar / besándome poco a poco…», qué bestia, el tío. Animales. Como Manuel Machado, otro animal catalogado en la lista negra de la Junta: «Ven, reina de los besos, flor de la orgía…» ¿Adónde vamos allegar, don Manuel? Pues, aquí: «¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura! / ¡Hetairas y poetas somos hermanos!» ¿Y qué hacemos con el animal de Neruda?: «Quiero hacer contigo / lo que la primavera hace con los cerezos». ¿Se le puede decir eso a una mujer, por Dios? Y más: «Mi voz buscaba el viento para tocar su oído», a ver con qué intenciones. O «Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos…» Hombre, por Dios. Y más: «Mi cuerpo de labriego salvaje te socava / y hace saltar el hijo del fondo de la tierra…» ¿Y algunas de ellas, dominadas, como la vieja Carilda, cubana de Matanzas?: «Me desordeno, amor, me desordeno / cuando voy en tu boca, demorada; / y casi sin por qué, casi por nada, / te toco con la punta de mi seno…» ¡Un abuso, forzar a una mujer a que escriba eso…! ¿Y la novia de Bodas de sangre, de Federico?: «…que yo dormiré a tus pies / para velar lo que sueñas, / desnuda, mirando al campo, / ¡como si fuera una perra!, / porque eso soy, que te miro / y tu hermosura me quema…» Los poetas, a la Hoguera de los Piropos de la Junta. ¡Todos! ¡Y todas!

antoniogbarbeito@gmail.com

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