La policía local y los recortes

Una de las mayores dificultades que ha encontrado el movimiento político de Podemos tras su llegadas a las instituciones se centra en el choque entre la utopía y la práctica. Los mensajes bienintencionados de los megáfonos suelen convertirse en complejos retos cuando se trata de solucionarlos a través de normas, leyes, burocracia, reuniones e intereses enfrentados.

Esta realidad cuenta con múltiples ejemplos pese a que la trayectoria institucional de Podemos (y sus variantes locales) apenas llega al año y medio. Sin embargo, el conflicto entre utopía y realidad ha tenido ya varios episodios. En Cádiz, curiosamente, uno de los más frecuentes ha estado en la colisión del gobierno municipal con la Policía Local. Ya se produjo un llamativo episodio en la pasada primavera, cuando todos los sindicatos del colectivo –CC OO, UGT, CSIF y la Unión de Policía Local– llegaron a pedir la dimisión del alcalde de Cádiz a raíz de las declaraciones suyas en una entrevista publicada en LA VOZ.

El primer edil gaditano respondía a una pregunta del director de este medio, Ignacio Moreno, en la que le pedía que se posicionase ante el conflicto por la denuncia de miembros de la Policía Local de Cádiz por la publicación del video del decomiso de la mercancía de un puesto de venta de pescado ilegal. González aseguró que «la intervención de la policía fue impecable. Por eso no entiendo que denunciasen. Yo creo que no tenían porqué. No tenían que pedir excusas de nada porque lo hicieron fantásticamente. Ahora bien, entre la denuncia y el que se busca la vida vendiendo pescado, me quedo con el que se busca la vida.». Ese mensaje fue entendido como una desautorización del alcalde hacia su propia Policía.

Apenas medio año después, los mismos funcionarios aseguran que «los recortes» impulsados por el equipo de gobierno les impiden garantizar la seguridad ciudadana en los grandes eventos. Hablan de graves riesgos y de flagrante falta de efectivos. Lo han denunciado de forma reiterada y aseguran que resulta milagroso que «aún no haya pasado nada». Hablan de todo el casco antiguo, de eventos con miles de personas, en los que apenas hay dos, cuatro, seis agentes. Lo dicho, es mucho más fácil clamar contra los recortes de otros que remediarlos cuando se puede y hay ocasión de cambiar las cosas desde dentro.