La Voz de Cádiz

El final de las excusas

El paso del tiempo complica el juego de achacar a los predecesores cada error en la gestión

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Con el paso del tiempo resulta más difícil sostener las excusas. Su simple repetición las desgasta y el sentido común se encarga de roer su base poco a poco. En el caso del gobierno local, las más utilizadas eran las clásicas. Entre ellas, la que más han utilizado todos los gobiernos de cualquier ámbito en todas las épocas: la herencia. Todo ejecutivo que releve a otro de distinto signo político tiene como principal misión declarar a los cuatro vientos que se hace cargo de un completo desastre. En la mayoría de los casos, con la comodidad de resulta creíble o cierto.

Con la referencia constante al pasado hay que construir el discurso de lo costoso que es reparar todos los desmanes pretéritos, poner en pie todo lo derribado.

El rechazo –odio en algunos casos– a lo precedente debe aparecer en cada declaración y en cada proyecto. El problema es que pasados muchos meses, ese martillo de uso universal pierde peso y contundencia. Sus golpes empiezan a sonar todos iguales, repetitivos, cansan. A esas alturas, además, ya hay recorrido suficiente para preguntar a los nuevos qué han hecho, si han tenido tiempo de cambiar todo lo que decían que era un desastre.

En ese incierto y delicado punto está el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Cádiz. La pérdida de los fondos Edusi ha sido la primera ocasión en la que se ha presenciado un error incuestionable en la gestión que no tiene justificación posible con la famosa herencia, con los precedesores, con el presunto desastre heredado. Lo peor, es que la sensación de imprevisión e incapacidad reaparece cada poco, incluso en asuntos mucho menores como la tramitación de la apertura de los chiringuitos durante el invierno.

Ese proceso administrativo depende de unos documentos que los empresarios presentan al Ayuntamiento y, este, a la Junta. En El Puerto, Chiclana u otros municipios, los pasos se han dado con toda normalidad burocrática. En Cádiz, se atascaron en San Juan de Dios sin que nadie sepa por qué.La administración autonómica tuvo que dar ayer un tirón de orejas, recordar que el plazo había expirado y, por segundo año consecutivo, hacer una excepción con Cádiz por tal de no perjudicar a terceros, a los chiringuitos, por una torpeza municipal. Un retraso del que nadie llegado del pasado tiene la culpa.

Siempre se le puede echar al culpa a un complot pero esa excusa funciona menos y peor que la de la herencia.

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