Una deuda incierta, un alivio heredado

La presunta ruina económica en la que vive el Ayuntamiento de Cádiz, el supuesto agujero negro que los perversos gobernantes anteriores dejaron tras su marcha, conoció ayer un alivio sorprendente. Y es sorprendente porque equivale casi a toda la deuda que Por Cádiz sí se Puede ha lamentado como una letanía desde que llegó a la plaza de San Juan de Dios. De esos millones y millones de euros que se quedaron pendientes, de ese dineral que el nuevo equipo de gobierno habría recuperado de forma milagrosa y vertiginosa, en apenas medio año, no hay muchas pruebas. Depende quién hable, la deuda existe o no.Tiene el tamaño de petrolero o el de un caballo común.

Hasta ahora, sólo hay una certeza alrededor de ese desequilibrio, que se ha convertido en la excusa favorita, en el arma arrojadiza preferente para los nuevos dirigentes municipales.

Desde ayer, hay una segunda certeza, que ese agujero, sea del tamaño que sea, es menor, menos grave. Gracias, por cierto, a una gestión del anterior equipo de gobierno, a un pacto que el Partido Popular dejó cerrado con el delegado del Estado en el Consorcio de Zona Franca, Jorge Ramos. Ese pacto supone la compra de una gran cantidad de los espacios comerciales del nuevo estadio Ramón de Carranza. El Ayuntamiento obtiene nada menos que siete millones de euros y la Zona Franca amplía en 6.400 metros cuadrados los equipamientos que puede ofrecer a todo tipo de empresas para que creen empleo. El consorcio estatal destacaba ayer que «cumple una vez más con el Ayuntamiento de Cádiz, en la línea de trabajo permanente de lealtad y colaboración institucional que redunde en beneficio económico y social en su área de influencia». Estaría bien que el nuevo gobierno municipal tomara ejemplo y admitiera que al igual que esa deuda sin cuantificar, un gran alivio también ha llegado de los predecesores.