Alarmante incremento de una lacra

Que sea un hecho conocido desde hace décadas no le quita gravedad ni trascendencia: Cádiz es la puerta más grande de entrada de hachís para toda Europa. Estar a 14 kilómetros del segundo productor de esta droga del mundo es lo que conlleva. Por no hablar de otras sustancias que también se cuelan por un pasillo estratégico para lo mejor y lo peor, un cruce de mares y continentes que es obligado paso de todo lo bueno y lo malo que genera la humanidad. A nadie debe extrañarle el dato de que la Comandancia de la Guardia Civil en Algeciras sea la que más droga se incauta de todas las que hay en España. No es nuevo ni va a cambiar en muchos años. Es inevitable y la obligación de todos es atenuarlo hasta donde sea posible porque la eliminación total es una quimera, una utopía que no conocerán ni las próximas generaciones. Por esta razón, las fuerzas de seguridad del Estado trabajan exhaustivamente en la zona para evitar que los narcotraficantes campen a sus anchas por la provincia y, gracias a esto, las operaciones policiales se desarrollan diariamente dando como resultado la intervención y encarcelamiento de algunos de estos delincuentes. A este trabajo cotidiano se suma la creciente destrucción de droga, un acierto que evita corruptelas.

Con ser un hecho conocido, de raíces geoestratégicas difíles de combatir, conviene estar atentos a la evolución de esta lacra. Así, los números de este año señalan que la situación se agrava, que no sólo la presión migratoria crece en el Estrecho de Gibraltar. La del narcotráfico, también. Según los datos de la Comandancia de Algeciras, desde enero se han intervenido más de 71.000 kilos de hachís. Eso supone más del doble que lo que se aprehendió en el mismo periodo de 2016, cuando se intervinieron 30.402 kilos.

En cuanto a la cocaína, también hay una subida preocupante: este año se han aprehendido 1.600 kilos, frente a los 1.206 de 2016 (un 24%más).

Para solventar esta situación, colectivos, fiscales y fuerzas de seguridad insisten al Gobierno en la necesidad de instaurar un juzgado especializado en narcotráfico, que dedique todo su tiempo y esfuerzo a procesar a todos los miembros de estos grupos. Gracias a estos órganos se agilizarían los procesos. Los números y la realidad parecen pedirlo a gritos.