Torrent evita Estremera (por el momento)

Desde la primera semana de octubre del año pasado, los independentistas saben que el Estado existe

Mayte Alcaraz

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Con esta decisión in extremis de suspender el Pleno de investidura, Roger Torrent evita asegurarse por el momento una plaza en la cárcel de Estremera. Porque desde la primera semana de octubre del año pasado, los independentistas saben que el Estado existe y que, por más que no haya comparecido en Cataluña desde la transición, cuando se le desafía cae como una mole de hormigón. Su antecesora, Carme Forcadell, sabe de ello.

Desobedecer al Tribunal Constitucional cuando este órgano tiene previsto reunirse hoy a la una para estudiar las alegaciones presentadas por el partido de Puigdemont y el propio Parlament hubiera sido un suicidio asistido. Torrent toma un respiro pero a la vuelta de unas horas (o de diez días si aguarda que se pronuncie el TC sobre el recurso del Gobierno) las levas independentistas estarán ahí, esperándole con la guadaña. A ellos les dedicó ayer lo de «me comprometo a garantizar la inmunidad de Puigdemont y el resto de diputados».

Sabe lo que hace: al suspender el Pleno no empiezan a correr los tiempos legales para otra convocatoria de elecciones, la peor de las hipótesis para los golpistas. A eso estamos, a retorcer los resortes de la ley para pisotearla cuando se guste. Estado de Derecho lo llaman.

Esta decisión da la razón al Gobierno que con su discutido recurso al TC y las medidas cautelares dictadas por este, ha obligado a que Torrent cumpla la legalidad.

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