Rosa Belmonte

Es mi hombre

Lo bueno de Siniestro Total es que cuando amenazaban con matarte con sus zapatos de claqué no se referían a sexo alguno

Rosa Belmonte
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Françoise Giroud, a quien el feminismo y la inteligencia (que pueden no ir juntas) se le suponen, decía entender perfectamente a una mujer que permanece junto a un hombre que le pega ocho veces al día si ella lo quiere. Pero no entendía que lo hiciera si no podía pagar el alquiler. Eso era lo más humillante del mundo para la legendaria escritora y política francesa nombrada por Giscard secretaria de Estado para la condición femenina. También Sara Montiel y Maruja Garrido (esta con Dalí y un helicóptero) cantaban en «Es mi hombre» lo de «Si me pega me da igual». Y seguía la copla: «Es natural que me tenga siempre así porque así lo quiero yo». Seguramente a Íñigo Errejón, tan combativo con lo que él llama violencia de género o violencia machista, no le parecen bien estas letras.

O sí, porque se hace fotos con un cantante gansta llamado Costa que tiene entre las suyas la siguiente: «Esos ojos de guarra piden bofetón». Es casi como una de las delicadas poesías de ee cummings que Michael Caine recomendaba a Barbara Hershey en «Hannah y sus hermanas». Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene las manos tan pequeñas. Para darte guantazos.

Errejón, el listo de Podemos, el que echaba un sobre de azúcar al trozo de pan para imaginarse que era un suizo (así lo conoció Pablo Iglesias), se fotografía con ese tipo y con las manos en su cintura, que cantaría Adamo. Y agradece la mención que el otro le hace en Twitter. Costa afirmó que no es que se moje por Errejón, es que se empapa (semejante expresión no suena mal si es pronunciada por un hombre). Las canciones son canciones, no son fetuas. En todo caso pueden ser fatuas. Pero si las virtudes del pensamiento cejijunto se nos arrojan cada día como un pedrusco a los infieles, habrá que recoger las borregas. No puede Errejón escribir: «Arcadi Espada, fundador de C’s, insulta a más de 800 mujeres asesinadas. Es intolerable que siga siendo miembro de un partido democrático» por un artículo en el que Espada hablaba de la «absurda manifestación contra la violencia que llaman de género» y luego pretender que no le restreguemos la foto con el poeta de la guarra y el bofetón.

Lo bueno de Siniestro Total es que cuando amenazaban con matarte con sus zapatos de claqué, con degollarte con un disco afilado de los Rolling Stones o con bailar sobre tu tumba no se referían a sexo alguno. Lo malo para los que creemos que las canciones son sólo canciones es que esa de la guarra ni siquiera tiene la coartada de ser de otra época. Quiero decir como las de Juanito Valderrama y Dolores Abril, que superaron las jotas de picadillo de Carmen Morell y Pepe Blanco con sus peleas en broma. Si estos tiraban de la ironía, los otros eran crueles. «Hicieron a la mujer de las costillas del hombre. Por eso, como son nuestras, se las podemos romper», cantaba Valderrama. Y también: «Si te pillara el exprés, cómo lo iba a sentir, gritaría ya soy feliz, que se murió mi mujer, ¡y viva el ferrocarril!». También es cierto que después de decirse de todo acababan muy felices. Cosa que no parece pasar con el alcalde de Cartagena, señor que en los plenos aúna los dulces caracteres de J.K. Simmons en «Whiplash» y la señorita Trunchbull de «Mathilda». El alcalde no pegará, ¿pero lo que hace no es maltrato y humillación?

Maruja Garrido, además de «Es mi hombre», que podría dedicarle a ese alcalde, cantaba «Son son sera», del Payo Juan Manuel, que empezaba así: «La mujer que sale mala ni reñirle ni pegarle, meterla en un barco roto y que la mar se la trague». Creo que esto a Errejón tampoco le parecerá bien.

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