Embrollo

Algo de razón para estar nerviosos sí que tienen, pues su futuro no puede ser más incierto

José María Carrascal

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Comprendo que estén hartos de la política catalana. También yo lo estoy. Harto y confuso hasta el punto de no distinguir Convergència de Esquerra, Òmnium de la Asamblea Nacional Catalana, Junts per Catalunya de PDECat, Barcelona en Comú de Catalunya en Comú-Units Podem. ¿O son lo mismo? ¿Recuerdan cuando Puigdemont confesaba quejumbroso a un amigo que todo se había perdido, que no había nada que hacer? Pues ahora quieren nombrarle presidente de honor en Waterloo, con un fiel servidor como presidente efectivo en Barcelona que, además, está en la cárcel. O sea, que volvemos al punto de partida. «¿Ve usted la bolita?» «Ya no la ve». «Mire donde aparece: donde menos la esperaba», en el más clásico estilo trilero. ¿O están, simplemente, embarrando el campo para que terminemos aburridos y les demos lo que quieren? Tampoco lo descartaría, pues sólo una cosa es cierta: que nunca dirán la verdad, que han engañado a todo el mundo, empezando por sus propios seguidores, y seguirán haciéndolo, como Colau en su comedieta con el Rey. Primero se niega a saludarle. Luego, busca un aparte con él para reprocharle que no tuviera empatía («Participación afectiva, por lo común emotiva, de un sujeto por una realidad ajena» D.R.A.E.L.) con su causa. O sea, pedía apoyo al Jefe del Estado para trocear éste. Don Felipe le recordó su deber de hacer por España y Cataluña cuanto estaba en su mano. Podía haber añadido: «Como mantener el Congreso Mundial de Móviles en Barcelona, que usted no hace». Pero no lo dijo, naturalmente. Primero, porque sabe guardar las formas. Luego, por ser una pérdida de tiempo. Son como son, irremisiblemente.

¿Cómo van a arreglárselas con dos presidentes, uno en el exilio, otro en la cárcel, si no han sido capaces de ponerse de acuerdo sobre uno? ¿Van a decir que el exilado es simbólico, como la declaración de independencia, y el efectivo tendrá que compaginar sus labores de gobierno con hacerse la cama y otros deberes de presidiario? ¿Se lo permitirá el juez Llanera, que ya ha prohibido tal multiempleo a Junqueras? ¿O se trata de otra de esas marrullerías tan suyas para ganar tiempo en espera de que la oposición se cargue a Rajoy y su maldito 155, lo que les permitiría montar otro 
9-N, un nuevo 1-O, tal vez un 21-D extra o siquiera meter la mano en el presupuesto, pues últimamente sus gastos no han hecho más que aumentar con tantos exilados y reclusos?

Como les decía al principio, cualquier intento de adivinar su próximo paso es inútil, por no saberlo ellos mismos. Su falta absoluta de principios, su completo desprecio de la ley, su falta de seriedad incluso entre ellos, les convierte en personajes en busca de un autor, interesados únicamente en su provecho particular. Puigdemont, Junqueras, Torrent, Colau, los dos Jordis, Rovira, Domènech y tantos otros no piensan de momento en Cataluña. Piensan sólo en ellos. Algo de razón para estar nerviosos sí que tienen, pues su futuro no puede ser más incierto: el Palau de la Generalitat o una celda en Estremera.

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