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Jose Manuel Maza en la rueda de prensa en la que hizo pública la renuncia de Manuel Moix - Maya Balanya

Romeral y Luzón, entre los favoritos a suceder a Moix en Anticorrupción

El Gobierno debe optar ahora por mantener un pefil duro o elegir un pacificador

Madrid Actualizado: Guardar
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Manuel Moix dimitió ayer jueves como fiscal jefe Anticorrupción, dos días después de que trascendiese que es accionista del 25 por ciento de una sociedad familiar en Panamá. Era la gota que colmaba un vaso cargado de polémicas en un breve mandato de tres meses en esa Fiscalía.

Para su relevo, las quinielas señalan a los históricos fiscales de Anticorrupción Alejandro Luzón, actual teniente fiscal de la Secretaría Técnica de la Fiscalía General y que consiguió que la Audiencia Nacional condenera a los banqueros que utilizaron las llamadas tarjetas black; y Antonio Romeral, el investigador que indaga en la llamada caja B del Partido Popular recogida en los papeles de Luis Bárcenas. Hasta que llegue el sucesor, toma el mando la teniente fiscal de Anticorrupción, Belén Suárez, quien también se postuló al cargo cuando se alzó Moix y que en este momento apenas cuenta con posibilidades de ser elegida; es más, es incluso dudoso que opte de nuevo al cargo.

La renuncia de Moix la hizo pública su superior, el fiscal general del Estado José Manuel Maza, el único que le ha defendido en sus últimos horas en el cargo, después de que el Gobierno le hiciera el vacío a partir de la tarde del miércoles, cuando la presión se hizo insostenible. «Por motivos personales», fue la explicación que aportó Maza, en alusión a la posesión del citado porcentaje en la empresa Duchesse Financial Overseas, constituida en 1988 y propietaria de un chalé valorado en más de medio millón de euros en el municipio madrileño de Collado Villalba, una información que desveló el medio digital «Infolibre».

La defensa de Maza

«Yo he podido constatar que en su comportamiento no ha habido ninguna clase de ilegalidad ni de irregularidad», ni siquiera en lo que respecta a la sociedad que posee en Panamá, aseguró Maza ayer, en una comparecencia avisada sin apenas antelación. «No existen motivos a mi juicio para el cese del fiscal jefe Anticorrupción», añadió. Entre esos motivos personales están las presiones que han recibido miembros de su familia, lo que como es lógico le ha afectado mucho.

La defensa cerrada de Moix por parte del fiscal general era lógica, según las fuentes consultadas por ABC. Si hubiese afirmado que la actuación de su subordinado era inadecuada él mismo, al haberlo elegido y defendido a capa y espada, habría quedado comprometido. Algunas fuentes creen que detrás de la decisión de la conservadora Asociación de Fiscales (AF) de pedir el miércoles por la tarde la cabeza de Moix estuvo el propio Maza, o al menos fue conocedor de la iniciativa y consciente de que ya no había salida para su hombre de confianza.

Cuando en el Consejo Fiscal se pidió la destitución de Moix, los vocales de la AF votaron junto al fiscal general en contra, lo que permitió que ganaran la votación. Y ese fue un dato que Maza puso en valor para renovar su confianza en el entonces jefe Anticorrupción.

Manuel Moix se despidió de sus subordinados a través de un correo electrónico de unas pocas líneas. En él no solo no hacía reproches a sus compañeros, sino que les agradecía profundamente su colaboración, valoraba como excelente el trabajo que realizan y les animaba a seguir con su labor con el mismo entusiasmo que hasta ahora. A primeras horas de la tarde ya había abandonado su despacho.

Nada más conocerse la renuncia de Moix comenzaron las quinielas sobre su sucesor. Fuentes próximas al Gobierno lamentaban la salida de Moix, que en algunos círculos se insistía en atribuir a filtraciones de esa Casa, lo que se niega categóricamente desde ella. Es más; como antes de la llegada de éste, se volvía a lanzar el mensaje de que se nombraría a alguien que controlase a los fiscales.

Sin embargo, los dos nombres que suenan con más fuerza no responden a ese perfil. Tanto Alejandro Luzón como Antonio Romeral tienen un enorme prestigio en Anticorrupción, además de conocer a la perfección esa Fiscalía. No obstante, según las fuentes consultadas, Luzón tiene un hándicap: era la persona elegida para el puesto por la ex fiscal general Consuelo Madrigal -también apostaba por la continuidad de Javier Zaragoza en la Audiencia Nacional-, y su decisión de no cambiar de criterio fue lo que le habría costado el puesto.

Nombrarlo ahora sería dar un giro a Anticorrupción de 180 grados respecto a Moix. Pero todos destacan de Luzón su capacidad y prestigio entre sus compañeros, con los que tendría una relación fácil al hablar el mismo idioma. Antonio Romeral, por su parte, es descrito como una persona con cintura, dialogante y por tanto capaz de acabar con la intranquilidad que ha presidido este periodo en la Fiscalía. También goza de un enorme prestigio en Anticorrupción, donde ha hecho toda su carrera. En la Fiscalía, mientras, existe un deseo unánime de que vuelva la tranquilidad sea quien sea el elegido, que tampoco puede descartarse que sea ajeno a ella a pesar de la mala experiencia con Moix.

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