Rafael, a la entrada del bosque de hayas
Rafael, a la entrada del bosque de hayas - f. berenjeno
madrileños con historia

El amante del Hayedo de Montejo

Rafael de Frutos Brun tiene una vida dedicada al chaparral

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Si el Hayedo de Montejo hablara, que seguro que lo hace a su manera, le daría todos los días la bienvenida y un beso a Rafael de Frutos Brun. ¿Y quién es él?. Lo primero, buena gente. Lo segundo, un vecino de Montejo de la Sierra muy pudoroso de sus sentimientos. Tercero, la persona que más quiere a este chaparral emblemático de la Comunidad de Madrid. Hoy, Rafael está contento. «Las autoridades acaban de pedir que sea declarado Patrimonio Natural de la Humanidad. Se lo merece», nos dice con sus ojos chispeantes y su sonrisa socarrona.

No hay alma que no conozca en toda la comarca a Rafael. A sus 87 años tiene seguidores por todos los pueblos. Le llaman el «poeta» del Hayedo, o el «alma» de este paraje natural.

Aunque su fama le viene, especialmente, por su bondad y su amor al bosque.

«Mira. Yo estoy felizmente casado con mi María desde hace 52 años. Pero, como sé que ella no se molesta, puedo confesar que me considero el amante del Hayedo. Sí, sí, el amante. Vengo casi a diario. Me gustan los sonidos que produce el agua, los de las hojas de los árboles al moverse, el silbido del viento entre sus riachuelos... ¡Es tan bello!», comenta.

Un gran conversador

Hace pocos días, Rafael se convirtió, sin quererlo él, en la estrella de la jornada. Se celebraba un acto para festejar el 40 aniversario de la primera medida tomada para proteger este paraje. El escenario, por descontado, el corazón mismo del Hayedo. No lucía mucho el sol pero daba igual. Este bosque está bonito de cualquier manera y en cualquier época del año. «Es un gran conversador y muy querido por todos los que viven junto a este gran chaparral», decían todos los del séquito.

Y Rafael leyó unas coplas muy suyas. «He soñado que al hacer el Universo, Dios puso en Montejo lo que hoy es el Hayedo. Está aquí para que lo disfrutemos. Pido a los visitantes que cuiden esto tan bello. Es de Europa, pero primero de Montejo».

A solas, Rafael es tímido. Parlanchín pero tímido. «¿Ves aquel roble?», nos comenta mientras apunta a su derecha. «Yo le llamo el abuelo. Tiene trescientos años y está casado». ¿Cómo dice?. «En efecto. Si te fijas verás su barba y a sus tres hijos». Nos fijamos. Y sí. El árbol luce una especie de careta de musgo a la altura de lo que sería el rostro, por encima de lo que sería la mitad de su talle. Y, hacia los lados, van saliendo ramas jóvenes y llenas de vida. Tres ramas. Los tres hijos que dice Rafael.

Sitio de Interés Nacional

Seguimos el paseo. «Delante tenéis al matrimonio», apunta. Ya hemos echado nuestra imaginación a volar. Tampoco hay que esforzarse mucho. A pocos metros aparecen dos hermosos ejemplares medio entrelazados. Y Rafael se sonríe como queriendo rendir su homenaje de cada día al Hayedo.

Este hombretón tan apegado a la tierra en la que nació ve con muy buenos ojos que el consejero de Medio Ambiente, Borja Sarasola, haya solicitado para el Hayedo su entrada en el selecto «club» de la Unesco.

De momento, es Sitio Natural de Interés Nacional y Reserva de la Biosfera (está dentro de la Sierra del Rincón). Lo siguiente es conseguir su reconocimiento como Patrimonio Natural de la Humanidad de la Unesco, justo lo que ha propuesto la Comunidad de Madrid. Y eso es lo que Sarasola le ha pedido, por carta, al ministro de Educación, José Ignacio Wert. Tiene que ser el Gobierno de la Nación quien emita la petición al organismo internacional. Mientras llega, el Hayedo seguirá recibiendo sólo 25.000 personas al año. Para evitar su deterioro, tiene restringidas las visitas desde 1989. Menos la de Rafael.

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