El candidato de Marea Atlántica al concello de La Coruña, Xulio Ferreiro
El candidato de Marea Atlántica al concello de La Coruña, Xulio Ferreiro - efe

Elecciones 24-M: ¿Qué ha pasado en Galicia?

Nadie contemplaba la dimensión del vuelco electoral que depararon las urnas. La clave, el lastre sin evaluar de la marca PP y el volumen de indignación captado por las Mareas

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Las elecciones municipales han generado un escenario político en Galicia inédito, en el que hay un perdedor claro que es el PP, con sus peores resultados a efectos prácticos desde que Feijóo es presidente. Incluso los peores en la serie histórica. La marca ha resultado un lastre, quizás más liviano que en otras comunidades, pero lastre a fin de cuentas con resultados que rozan lo catastrófico. El PSOE, por su parte, celebra un dulce derrota. Baja en (casi) todas las ciudades y en la mayoría de municipios, pero va a gobernar tres diputaciones y recupera villas muy señaladas como Vilagarcía o Monforte.

Luego está Vigo, que es más un triunfo de Caballero que de su partido, una victoria apabullante e histórica.

Pero los protagonistas de la noche, los autores de este cambio político, aunque sólo sea en las tres ciudades de la provincia de La Coruña, son las distintas Mareas, que desde la izquierda han sacudido el tablero político con una intensidad inesperada. Ni las encuestas, ni los analistas, ni los tertulianos alcanzaron a dimensionar en su justa medida lo que podían conseguir. Y no ha sido poco.

Una última línea inicial para ese BNG que tiene en Pontevedra su aldea gala junto a algunos municipios medianos. Fuera de ahí, la irrelevancia cuando no la simple desaparición. Capítulo aparte para el sonrojante fracaso de Ciudadanos, que ha emergido poco y mal en los ayuntamientos gallegos. No serán bisagra de nada. El experimento no ha funcionado en Galicia, aunque es cierto que han provocado un cambio sustrayéndole apoyos al PP en beneficio de la izquierda y el nacionalismo.

En esencia, los ciudadanos han optado por el cambio antes que por la estabilidad, valorando más una hoja limpia de escándalos que la experiencia en la gestión política. No les preocupan las sopas de siglas en las corporaciones porque desean cuatro años de algo distinto, y si se equivocaron en su elección, ya habrá tiempo de enmendar para la próxima cita electoral. Una decisión soberana que está por ver qué efectos desencadena.

Ahogados por la marea

Los más sonoros son los casos de La Coruña y Santiago de Compostela. ¿Qué ha pasado en estas ciudades? En la capital gallega, sin duda alguna, los vaivenes judiciales a los que estuvo sometida la corporación han tenido un efecto devastador sobre el PP. Tres alcaldes, concejales pasando por los tribunales, la Pokemon y los comportamientos presuntamente corruptos de algunas personas próximas a la alcaldía, han hecho estallar a la ciudadanía. Y para decir «basta» dieron la espalda a los dos grandes partidos, entregándose a Martiño Noriega y su discurso regenerador, sin importar las aristas radicales. Agustín Hernández no pudo obrar el milagro. Feijóo sacrificó un buen conselleiro y ahora tiene un activo político en el dique seco.

Igualmente sorprendente es la victoria en votos de la Marea Atlántica en la ciudad herculina. Ninguna encuesta la contemplaba. Los cambios experimentados en la ciudad estos cuatro años han pesado menos que, probablemente, la «operación Pikachu», que silenciosamente ha ido desgastando la imagen del PP de Carlos Negreira. Y Ciudadanos ha sido un quiero y no puedo, un globo desinflado que ha mermado los apoyos del PP, algunos de los cuales se han quedado en casa. Paco Vázquez tendrá al nacionalismo sentado en María Pita. Su peor sueño es hoy realidad.

Ferrol tiene la particularidad de que el PP ha ganado con contundencia las elecciones, pero no tiene con quien pactar. Y a la vista de la fragmentación en la izquierda, los ferrolanos no han tenido claro a quién querían de alternativa. El discurso de la primera fuerza que las propias Mareas van a enarbolar en Santiago y La Coruña no van a contemplarlo aquí. De nuevo, la marca ha causado estragos. Una curiosidad: sumados los porcentajes de PP y C’s casi dan el resultado que obtuvo Rey Varela en 2011 para obtener la mayoría absoluta. Quizás el naval y la reconversión crónica de la comarca pesaron más de lo que el propio PP creía.

En estas tres ciudades, el PSOE ha caído hasta la tercera posición. Los hijos de las primarias llevan a su partido a sus peores resultados históricos, por mucho que se consuelen por ejercer de útiles monaguillos en el desalojo del PP de las alcaldías. No son percibidos como alternativa por la ciudadanía en el ámbito urbano, y corren el riesgo de ser vampirizados por las Mareas del mismo modo que el BNG ha hecho en Pontevedra. Un escenario de riesgo que puede hipotecar futuras convocatorias electorales, y Besteiro lo sabe. Las primarias han fracasado porque, a la vista está, demuestran que los militantes no sintonizan con el común de los electores.

Caballero o nada

Planteó así las elecciones y se las ha llevado de calle. No caben peros ni a su discurso, ni a sus formas, ni a su gestión. El victimismo ha barrido al nepotismo, y de paso al PP. Otra derrota personal de Feijóo, que asumió directamente la elección de Elena Muñoz como candidata y ahora asiste al derrumbe del partido en la ciudad. La tarea de reconstrucción es muy ardua, y está por ver que Muñoz sepa liderarla.

El fiasco se explica por tres años y medio de oposición inexistente, falta de un perfil fuerte que hiciera de contrapeso a Caballero, y de un silencio mediático nada casual. Una tormenta perfecta que entrega al alcalde un resultado escandaloso. Y algo más preocupante para los populares: con esos resultados en Vigo, se ha perdido la diputación y la Xunta peligraría de repetirse el escenario. Urgen medidas, sobre todo porque el cordón sanitario a Caballero ha terminado en tragedia para los populares.

La tendencia a la baja del PP en la provincia toca fondo, con la pérdida de mayorías en sitios como Vilagarcía, Lalín, Sanxenxo o Cambados. El desgaste de la marca ha sido sencillamente brutal. La palabra renovación va a sonar con fuerza. Por su parte, Caballero acumula un poder ingente, casi omnímodo, no solo en la ciudad sino también en la provincia, con Carmela Silva en la diputación. Sí, sus siglas son el PSOE, pero los intereses son los suyos propios. Veremos si apoya a Besteiro en las anunciadas primarias a la Xunta. Llamativa la desaparición del BNG en Vigo. Ni la designación como candidato de un sindicalista de la CIG, organización bien armada en una ciudad industrial, ha evitado el batacazo.

No señalen a Castiñeira

Algunos dijimos meses atrás que cuando el PP no gobernara en Lugo no se señalara a Jaime Castiñeira. Ha vuelto a ganar las elecciones, pero le ha vuelto a faltar un concejal, una simple acta para poder pactar con Ciudadanos y recuperar la ciudad de la Muralla para el PP. Y eso, a pesar del terrible desgaste que ha supuesto la polémica por los servicios sanitarios del HULA, que no le han servido a Orozco para recuperar la primacía. Es por tanto lícito preguntarse si con una mejor gestión de la hemodinámica y la radioterapia, el PP habría tenido menor erosión y mejor resultado, porque a la vista está que el PSOE ha moderado gracias a ello una evidente pérdida de apoyos. Rocío Mosquera puede seguir sonriendo.

La Pokemon y sus derivados, que el PSOE daba por amortizada, han pasado factura a Orozco, quien probablemente tendrá que ceder el bastón a algún compañero de partido, porque LugoNovo ya ha advertido que no pactará con imputados. Enfila el Senado y se vislumbra a González Santín como posible sustituto, a menos que éste prefiera la diputación, ahora que su sillón queda vacío.

En Orense, otra explosión. El PP se ha limitado a mantener su base en la ciudad y ser así la lista más votada. Pero Gonzalo Jácome y sus formas de telepredicador han seducido al electorado. Las televisiones no sólo juegan a favor de Podemos y C’s, y si no que le pregunten a Jácome y su canal propio para autobombo. La de Jesús Vázquez es la única apuesta de Feijóo que ha obtenido un resultado pasable, y se da la paradoja de que para que fructifique tendrá que entenderse con un PSOE hundido pero que bajo ningún concepto hará alcalde a Jácome, origen de muchas de su desgracias en el pasado mandato.

De nuevo la pregunta. ¿Manuel Cabezas habría sido mejor candidato? Muchos en la provincia y la ciudad se acordaron anoche de él. Era la ocasión pintiparada para recuperar la absoluta, y se ha perdido. La Pokemon y las divisiones internas crucifican a un PSOE que cae hasta ser tercera fuerza. Otras primarias fracasadas.

Como colofón, Pontevedra, donde todo ha seguido el guión establecido, sin sobresaltos. El BNG sube sin alcanzar la absoluta y tendrá de nuevo el auxilio de un PSOE residual pero servil. El PP paga la inestabilidad interna y quién sabe si un candidato falto de empaque para enfrentarse a Lores. En su aldea de Asterix no entran romanos.

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