José Antonio Griñán recaló en el Senado en 2013, tras dejar la Junta de Andalucía
José Antonio Griñán recaló en el Senado en 2013, tras dejar la Junta de Andalucía - efe
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El Senado se perfila como refugio para derrotados en las autonómicas

Los parlamentos regionales designan 58 escaños en la Cámara Alta, 35 de los cuales toca nombrar ahora

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El Senado se esboza como potencial refugio de quienes se van a ver desplazados de los gobiernos autonómicos en estas últimas elecciones. El PP es el que más podría utilizar ahora esta vía para dar salida a quienes encaren una retirada de la primera línea de la política autonómica.

Pese al fuerte retroceso sufrido en las urnas, los populares siguen ostentando una fuerza decisiva a la hora de asignar senadores autonómicos a través de los distintos parlamentos regionales.

Luisa Fernanda Rudi se perfila ya como próxima ocupante de uno de esos escaños de designación autonómica, tras haber perdido el Gobierno aragonés y haber decidido dejar el timón del partido en esta Comunidad. Lo mismo hizo su antecesor, el socialista Marcelino Iglesias, cuando dejó el Ejecutivo autónomo en 2011 y su partido le reservó el escaño que le tocaba decidir al PSOE desde el Parlamento regional.

El Senado lo componen 266 escaños. La mayoría, 208, son elegidos directamente por los ciudadanos en las elecciones generales, al igual que los diputados del Congreso. Sin embargo, en el caso del Senado, 58 escaños no son elegidos directamente por los ciudadanos en las urnas sino que son asignados por los parlamentos regionales. Cada vez que inician una legislatura tras unas elecciones autonómicas, son las asambleas regionales las que deciden quiénes ocupan un cupo de escaños en el Senado. Y ahí pesa la fuerza que en cada parlamento tienen los partidos.

No todos los parlamentos regionales tienen el mismo cupo. Van de los 9 que le correspondieron a Andalucía en 2011, al uno que asigna el Legislativo cántabro, igual que el de Navarra y el de La Rioja.

35 senadores por designar

Tras las elecciones del domingo toca decidir a quienes ocuparán 35 escaños en el Senado, los que designarán los 13 parlamentos autonómicos para los que se celebraron comicios: Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura, Madrid, Murcia, Navarra y La Rioja.

A Cantabria, La Rioja y Navarra les toca designar un senador autonómico por cada una de esas comunidades; los parlamentos de Aragón, Asturias, Baleares, Extremadura y Murcia designarán, cada uno de ellos, dos senadores del cupo autonómico; tres se asignarán desde Canarias, Castilla-La Mancha y Castilla y León; seis le corresponden a la Comunidad Valenciana y siete a la de Madrid.

En Cataluña, Galicia y País Vasco no se han celebrado ahora elecciones autonómicas, por lo que tampoco ahora les toca renovar a su cupo de senadores: ocho escaños de designación autonómica le corresponden a Cataluña, tres a Galicia y otros tres al País Vasco.

Reservar senadores de designación autonómica para políticos que no logran gobiernos regionales, que salen de ellos o que aspiran a alcanzarlos, ha sido una fórmula habitualmente utilizada por los partidos.

Ejemplos múltiples

Ha sido el caso, por ejemplo, de Juan Manuel Moreno Bonilla tras haberse medido frente a Susana Díaz en las últimas elecciones andaluzas. El también popular Javier Arenas es igualmente de los que han acabado recalando en el Senado en los últimos años. De los escaños de designación autonómica en la Cámara Alta también se beneficiaron José Antonio Griñán y la ex-consejera de la Junta andaluza María del Mar Moreno.

El socialista Francesc Antich encontró refugió en el Senado tras verse apartado del Gobierno de Baleares en 2011. El mismo destino le reservó el PSOE a Óscar López aquel año, tras perder las elecciones autonómicas en Castilla y León.

Desde abril de 2000 se viene manteniendo igualmente como senador de designación autonómica Juan José Lucas (PP), expresidente de Castilla y León. El escaño lo revalidó, con la misma fórmula, en 2004, en 2008 y en 2011.

Otro ejemplo es el del socialista Emiliano García-Page, aunque en su caso el camino es el inverso: previsiblemente –si convence a Podemos– el hasta ahora alcalde de Toledo se va a convertir en nuevo presidente de Castilla-La Mancha tras disfrutar del escaño de designación autonómica que el PSOE le reservó poco antes de que asumiera la dirección del partido en esa Comunidad.

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