Los turistas e inmigrantes se convierten en el nuevo público objetivo de estos servicios. :: A. VÁZQUEZ
CÁDIZ

Teléfonos sin llamadas perdidas

Los terminales de cabinas en la vía pública se reinventan ante la caída de su uso en un 12%La llegada al mercado de la comunicación de los móviles y el vandalismo son los principales enemigos de este servicio

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Quién no recuerda la famosa escena de la película 'Los Pájaros' de Hitchcock en la que Tippi Hedren se queda atrapada en una cabina mientras la ataca una banda de pájaros. Pues bien, en el siglo XXI, su rodaje sería distinto, ya que la llamada la realizaría la protagonista desde su teléfono móvil. Los avances en comunicación han supuesto un gran cambio en las relaciones sociales, y claro está, también tiene sus víctimas.

Este es el caso de las cabinas de teléfono. Si antes, el gaditano encontraba uno de estos servicios cada escasos metros, ahora son solo algunos puntos claves de la ciudad los que cuentan con cabinas de teléfono público. Zonas como Astilleros, el Paseo de Canalejas o la Plaza de San Francisco son algunos de los puntos de tránsito que todavía conservan a disposición del ciudadano una cabina de teléfono.

Según fuentes de Telefónica, la irrupción en el mercado de la telefonía móvil ha supuesto una caída interanual sostenida del orden del 12% en los últimos años. Unos datos con los que la compañía ya contaba, ya que según la entidad, una gran parte del público objetivo de los teléfonos públicos es el mismo que tiene a su alcance y utiliza los servicios móviles. «La verdad es que es una pena que se pierda este servicio. Antes había dos cabinas en la Plaza de San Juan de Dios, pero han desaparecido», señala Salvador Rodríguez, camarero del restaurante El Jardinero.

Máxima cobertura

Ante este panorama, el perfil de gaditano que utiliza estos teléfonos ha cambiado. Ahora es un bien necesario para personas en tránsito, inmigrantes, estudiantes y jóvenes en general. «Yo la verdad es que no las utilizo mucho desde que me compré el móvil. Sin embargo, si veo su utilidad, por ejemplo, si se te acaba la batería del teléfono», señala Mar Magán, una joven profesora que se suma a esa minoría ciudadana que cree en la necesidad de que estos servicios formen parte del mobiliario urbano.

Esta es una de las ventajas con las que todavía cuentan las cabinas frente a su enemigo, ya que según la entidad «los teléfonos situados en la vía pública no necesitan batería y siempre tienen cobertura. Además, si una persona no dispone de saldo suficiente y tiene una urgencia, las cabinas le permiten, de forma gratuita, contactar con los servicios de emergencias residenciados en el 112». En este punto, otro de los culpables de la desidia ciudadana en el uso de estos teléfonos es el vandalismo. Al formar parte del mobiliario urbano, las cabinas son víctimas constantes de robos y ultrajes, de ahí el aspecto que algunas de ellas presentan y que no hace más que alejar al cliente. Este motivo lleva a Telefónica a enfocar en los últimos tiempos su salida comercial a grandes superficies, ya que los costes de reparación y recogida de esos teléfonos fijos son altos.

Estos factores son los culpables de la caída de estos mitos comunicativos que hoy sobreviven en la vía pública. Ante este desolador panorama, la empresa trata de adaptarse a los nuevos tiempos y está realizando un esfuerzo tecnológico para instalar terminales más ergonómicos, dotándolos de más usos, como la recarga de teléfonos móviles o permitiendo realizar donativos a ONGs. Otro de los campos en los que está invirtiendo la entidad es en su compromiso con los discapacitados.

Para ello, ha puesto a disposición de los clientes teclados utilizables por personas ciegas, teléfonos conectables a audífonos para personas con problemas auditivos y terminales para usuarios con discapacidad motriz de menos de un metro.

Unas iniciativas comerciales que intentan salvar a estas terminales de caer en el olvido. Una lucha que mantienen también otros servicios, como los buzones de correos, que lidian su batalla con los emails.