El actor Ernesto Alterio. :: EFE
Sociedad

«En el acto de ayudar siempre hay un impulso de poseer al otro»

Estrena hoy en el Muñoz Seca la obra 'Yo, el heredero', un texto del dramaturgo italiano Eduardo De Filippo Ernesto Alterio Actor

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Ernesto Alterio regresa al teatro con 'Yo, el heredero', una producción dirigida por Francesco Saponaro y basada en el texto del dramaturgo italiano Eduardo De Filippo que profundiza con gran mordacidad en los falsos valores de la burguesía. Hoy a las 21.00 horas se estrena en el Teatro Pedro Muñoz Seca de El Puerto.

-'Yo, el heredero' se mofa de la 'caridad cristiana'.

-La obra hace hincapié en una forma de altruismo y habla de algo que está dentro del ser humano. En el acto de ayudar siempre hay un impulso de poseer a la otra persona, de generar una necesidad de ti en el otro.

-Su personaje está dispuesto a sufrir vejaciones a cambio de un cierto bienestar...

-Él se llega a inmolar, se sacrifica a sí mismo para destapar las miserias de esa familia burguesa. Para él la libertad es algo sagrado. Ludovico considera que han usurpado a su padre la capacidad de desarrollarse como hombre. En la obra, De Filippo plasma su ideología con mucha sofisticación.

-Recuerda al 'Siente a un pobre a su mesa' de 'Plácido'.

-Sí, los neorrealistas italianos son contemporáneos a Berlanga, Azcona y toda su generación. Tenían similitudes en el lenguaje, los personajes, el tono de las historias...

-¿Es difícil ser libre?

-Es un trabajo diario. Acarrea un cierto miedo asumir la libertad. A veces nos hacemos esclavos de muchas cosas que nos parecen necesidades. Luego, desprenderse de ellas es realmente complicado.

-Con esta obra se ha reencontrado con sus ancestros italianos.

-Sí, ha sido muy mágico. He conectado muy bien con Francesco Saponaro, había un vínculo extrañamente familiar. Mis abuelos eran de un pueblo cercano a Nápoles y precisamente mi primo me habló de esta obra que luego llegó a mis manos.

-¿Qué caracteriza a los napolitanos?

-Nápoles tiene un volcán activo y dicen que los ciudadanos, muy apasionados, tienen un volcán en su cabeza. Y también mucha mala leche.

-¿Se reconoce en algo?

-Sólo hay que ver mi peinado.

-Empezó a hacer teatro con Animalario. ¿Qué ha aportado la compañía al panorama teatral?

-Tiene mucha energía y frescura por la gente que trabaja en ella.

-Tengo entendido que le costó decantarse por la actuación.

-Sí, porque de pequeño todo el mundo me decía si iba a seguir los pasos de mi padre. Además, él no quería que me dedicara a esto, quería que fuera músico como mi madre. Pero tengo que decir que nunca se metió en mi decisión.

-También practica la pintura y toca el piano.

-Lo uso como herramienta de investigación y comunicación. Todo es parte de una misma búsqueda.

-En 2009 se fue a vivir a París.

-Era una experiencia que tenía pendiente. Es una ciudad maravillosa y muy estimulante.

-Este mes estrena 'La montaña rusa' con Emilio Martínez Lázaro, donde hace de 'semental'.

-Más bien de 'payaso follador' (risas). El personaje me parecía muy curioso y con él volví al universo del director. Las películas de Emilio siempre tratan sobre el deseo y los líos de pareja, esas cosas...

-Varios de sus personajes guardan cierta inmadurez emocional, ¿cree que es algo común a muchos hombres de su generación?

-No sé, creo que tiene que ver con la sociedad en la que vivimos. Las relaciones están cambiando, las familias, el modelo social... y eso influye.

-Dice que le gusta el Cádiz C. F.

-Sí, pero sobre todo soy seguidor del Carnaval, aunque nunca he venido. Es un arte maravilloso.