El autor habla de su tercera novela :: J.C CORCHADO
Sociedad

«El pasado puede ser lastre o ventaja»

Juan Carlos Palma EscritorEl escritor se suma a la cada vez más extensa nómina de autores de la provincia que ya publican en la joven editorial 'Paréntesis'

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Juan Carlos Palma (Sanlúcar, 1972) presenta en 'Bancos de niebla', su tercera novela, un largo poema en prosa en el que reflexiona sobre el acoso y la infancia, la soledad y el peso de los recuerdos. Para componer el puzzle de la vida de Mario -el protagonista central- Palma dosifica inteligentemente la información y obliga al lector a ir descubriendo, poco a poco, las claves que le ayudarán a desentrañar el enigma. Con 'Bancos de niebla', el autor de 'Tren de cercanías' se suma a la brillante nómina de jóvenes escritores de la provincia que publican en 'Paréntesis'.

-¿Qué resorte le movió a escribir 'Bancos de niebla'? ¿Qué le impulsó a contar esta historia?

-Siempre había querido escribir una novela sobre la infancia, explorar ese territorio casi mítico donde todos los sueños parecen posibles. Pero nunca era el momento, bien por falta de tiempo o por no tener la perspectiva necesaria para afrontarla. La paulatina desaparición de algunos amigos de entonces y algún familiar me hizo reflexionar que ya todos íbamos siendo más mayores, que era imprescindible pasar página pero dejando testimonio de ello.

-Un clásico: en la aclaración del final dice que la novela está inspirada 'vagamente' en hechos reales. ¿Qué hay de usted en Andrés? ¿Y en Mario?

-En Mario confluyen algunas de esas personas que, por causas naturales o no, nos han ido dejando. Pero en él también hay reflejos de algunas víctimas del acoso escolar, esa lacra sobre la que hoy se publican numerosos estudios pero que siempre ha existido. El protagonista de 'Bancos de niebla' se puede considerar un símbolo de una época ya definitivamente perdida. Tanto en Mario como en Andrés hay numerosos recuerdos personales, episodios que sucedieron tal cual, y fabulaciones que siempre apoyan un pie en la memoria. Siempre he sido de la opinión de que la realidad nos ofrece continuamente motivos más que suficientes para crear historias, como si estuvieran ahí, latentes, agazapadas para dar el salto a la página en blanco.

-¿Tuvo claro que la historia se contaría en primera persona? ¿Qué ventaja e inconvenientes le ha encontrado a bucear con un monólogo interior en la vida del protagonista?

-Mis tres novelas están escritas en primera persona y en las tres, el narrador es un escritor que, de un modo u otro, se dispone a relatar los mismos sucesos que el lector está leyendo. De hecho, se podría considerar una trilogía sobre la creación literaria, como si nos pudiéramos introducir en la mente del escritor y ver la novela desde dentro. En el caso de 'Bancos de niebla', se produce incluso un segundo nivel de introspección, ya que el monólogo interior de Mario nos permite acceder a sus pensamientos, tratar de comprender por qué obró de esa manera. Ambos narradores, que parecen distanciados física y emocionalmente al principio, se acaban acercando a medida que la novela progresa hasta que acaban casi confundiéndose. Quizá el principal inconveniente fue saltar de un plano a otro y encontrar el punto de vista adecuado para cada personaje.

-¿Es el momento de que una nueva generación de escritores comience a narrar la infancia, la adolescencia, el salto a la madurez y sus traumas obligados que se refieren a una época, a una edad, que aún no se ha contado?

-Creo que la evocación de la infancia siempre ha sido un sabroso material narrativo, pero quizá ahora en nuestro país comienza a haber un repunte de novelas que están abordando el tema dentro de una órbita más poética y nostálgica. Recuerdo ahora mismo 'Nada es crucial', de Pablo Gutiérrez, o el ciclo novelístico emprendido por José Manuel Benítez Ariza, compañero de filas, además de otros géneros paralelos que saquean nuestra memoria colectiva, como la serie 'Papel y plástico' de Óscar Lombana. Posiblemente haya llegado el momento de que los escritores que rebasamos la treintena rindamos tributo a esos años 80 que nos vieron crecer y ser lo que somos.

-¿Cree que es imposible hacer borrón y cuenta nueva? ¿El pasado es siempre un condicionante mental ante el futuro?

-Creo que el pasado siempre nos acaba marcando de alguna manera. El carácter o la personalidad de cada individuo determinará en buena medida si éste se convierte en una ventaja o en un lastre, como le sucede a Mario, que se ve incapaz de superar ciertos traumas infantiles y se ve a sí mismo aislado del mundo, como un reverso oscuro de Peter Pan, ya que está demasiado anclado a la realidad y no puede evadirse en la fantasía.

-No es una 'novela fácil', se le exige al lector la capacidad de ir accediendo al auténtico sustrato de la historia, de ir descubriendo poco a poco los datos, la información, que ayudan a conocer a Mario y, en cierta forma, también al narrador. Es una apuesta arriesgada.

-Sí, es mi manera de escribir, me gusta ir dando saltos en el tiempo y pasar de un personaje a otro, soltando pistas y piezas que el lector debe unir para formar el puzzle que le dé sentido a la novela. Soy un amante de la elipsis y los juegos metaliterarios.

-¿Qué respuesta (emocional) espera provocar en el lector?

-Me gustaría que el lector encarara 'Bancos de niebla' como un largo poema en prosa. Si 'La vida en espiral' adoptaba el modelo de la novela negra, y 'Tren de cercanías' en cierto modo el de la novela romántica, ahora la acción argumental es casi inexistente y prima el efecto evocador, el aliento poético. Si el lector hace suya la soledad del protagonista me daría por satisfecho.

-Una vez en el mercado, ¿Qué espera de la novela?

-Sería una perogrullada decir que se venda bien, pero también te soy sincero si te digo que prefiero tener un pequeño círculo de lectores incondicionales que ser un autor de 'best-sellers'. Las prisas son malas para la literatura. Estoy cómodo escribiendo sin presión y formando parte del catálogo de la joven Paréntesis, que poco a poco se va haciendo un hueco en el difícil mercado editorial.

-¿Por qué empezó a escribir? ¿Por qué sigue haciéndolo?

-Empecé escribiendo poesía más como arrebato juvenil que con el propósito de hacer algo grande. Luego descubrí que me sentía más a gusto en el género narrativo, aunque creo que el tono poético siempre está presente en mi obra. Me apasiona también la investigación, bucear en archivos y hemerotecas para descubrir personajes que merecen su propia novela o biografía. La parte negativa de todo esto es que los proyectos se acumulan y el tiempo es escaso. Sólo dejaría de escribir cuando no tuviera nada que decir.