PAN Y CIRCO

Un Americano en París

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Parafraseando el título de la famosa película protagonizada por Gene Kelly y Leslie Caron, el mundo del ciclismo se prepara para vivir su particular versión deportiva del laureado film. El protagonista es un deportista que ha ganado siete Tours y al que se lo han preparado todo para que se lleve el octavo.

Desde hace varias semanas, los más prestigiosos guionistas trabajan para lograr un argumento de lo más rematado, una mezcla de drama, suspense y hasta ciertas dosis de humor en la que, al final, el personaje bueno (al menos para los guionistas), como en las grandes películas, es el que triunfa y el malo (también para los guionistas) es el que se queda con la miel en los labios. En este caso, el protagonista responde a todos los estereotipos posibles: ha sufrido una enfermedad, la ha superado felizmente (que nadie sea mal pensado) y encima ha pasado a engrosar la lista de los deportistas de élite, al conseguir enfundarse siete veces el maillot amarillo del Tour de Francia en los Campos Elíseos. Frente a él, el personaje malo de la película, el que en su contador particular sólo figura una victoria en la ronda francesa, el que sólo merece abucheos cuando salga su cara en el cine, un tal Alberto que no es más que un pobre hombre.

Si quieren buscarse un buen precedente que reúna sus cualidades pueden fijarse en el nadador serbio al que el año pasado en Pekín le robaron una medalla de oro para dársela a Phelps. Que le pregunten y en sus sentimientos encontrarán caldo de cultivo para dar vida al personaje malo. Otra idea, que al menos yo sugiero, es inventarse que los demás corredores padecen la gripe A , montar hospitales de guardia, mandarlos a todos a casa y al final Armstrong cuando gane entra en la meta y le dedica la victoria a los demás. Y de fondo sonando la música de George Gershwin. ¡Qué grande es el cine!