Roca junto a su obra./ M. LÓPEZ
PACO ROCA Dibujante

«Todos mis cómics son una huida hacia la imaginación»

El artista presenta su esperado nuevo álbum fantástico 'Las calles de arena'

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Paco Roca (Valencia, 1969) tuvo suerte y conoció de niño al hermético capitán Nemo, a Gulliver, a la ballena blanca de Melville y al conde Drácula. De adulto convirtió esas amistades en tebeos cuyos personajes buscan siempre mundos imaginarios. Ganador del premio Nacional de Cómic 2008 con Arrugas, la historia de un anciano enfermo de alzhéimer, charlamos con él en Bilbao con motivo de la presentación de su último álbum Las calles de arena.

-Decía en su primera obra que «la realidad apesta», ¿podemos buscar con los cómics nuestro paraíso?

-Con la ficción podemos construir nuestro propio mundo. Jules Verne escribió en Veinte mil leguas de viaje submarino que el mar es el refugio de los hombres libres. También quizá los cómics sean ese parapeto, porque te involucran en su historia. La gente que lee cómics es especial.

-En todos sus tebeos mezcla la historia, la fantasía y la literatura, ¿son sus obsesiones?

-Son anhelos infantiles, esas cosas que de pequeño te gustaban. Siempre cuando viajo me gusta llevar un cuaderno. Sentarte, sacar los lápices... Hacer un dibujo requiere tiempo y así asimilas lo que ves, lo sientes y lo disfrutas. Es como un ritual.

-Mezcla muy bien sus referentes en El faro, donde además de citar a Moby Dick, sitúa el relato en la Guerra Civil', ¿qué quería contar?

-Supuso un punto de inflexión en mi carrera. Fue el primero en el que decidí contar una historia concreta, real y acotarla a unos márgenes. Cuento cómo un chico de dieciséis años se mete en la guerra por unos ideales que no entiende. Quería narrar la pérdida de un sueño y cómo sin un sueño no se puede vivir. Sólo los que tienen esperanza, sobreviven; los que no tienen nada, perecen. Y todo está mezclado con la literatura de marineros, sobre todo Moby Dick, y películas como Jasón y los Argonautas: el mar como escapada.

-Por fin llegamos a Arrugas, premio Nacional de Cómic, ¿pero esta historia de un hombre atacado por el alzhéimer no sigue siendo el ralato de alguien que se evade a un mundo imaginario?

-Sí, hay autores que sólo giramos en torno a un tema vistiéndolo de diferentes géneros. Todos mis cómics son una huida de la razón hacia la imaginación. Para documentarme fui a un residencia y parecía que esos mundos donde vivían los enfermos eran vías de escape a la realidad. Conocí a una mujer que creía que viajaba en tren, cuando tenía hambre decía a las enfermeras que la llevasen al vagón-comedor y luego pedía que la devolvieran a la ventana donde, parecía, era totalmente feliz.

-¿Por qué en Las calles de arena se ha decidido a contar esta historia de un hombre que se pierde en una ciudad?

-En realidad es un mapa de cómo se puede soñar. Todos queremos escapar, pero nos metemos en un ciclo de trabajo para poder vivir que nos atrapa. Al final es lo único que hacemos con nuestra vida, parece que estemos siempre en un ciclo infinito. Mis personajes están todos en pausa, esperando que pase algo que les cambie.

-Aquí llega al cenit de las referencias: Borges, Kafka y Poe se pasean por su cómic a cara descubierta.

-He juntado todas las cosas que me gustan: libros, amigos, miedos propios, películas, cuadros... Es el cómic con más referencias, pero he intentado que no hayan sido un lastre para la historia. Están ahí, quien las pille bien y quien no, no pasa nada.

-En resumen, como dicen sus personajes: «¿La vida real es mucho peor que la vida que nos puede dar la imaginación?»

-No siempre, pero la imaginación y la fantasía tienen un grado muy importante en nuestras vidas y perderlo es perder una esencia. Si perdemos ese rumbo, ese sueño, estamos muertos. Sin imaginación se puede ir a la deriva. Todos mis cómics tratan de eso.