SELECCIÓN. Los anticuarios estudian detenidamente el producto antes de hacerse con él. / L. V.
Jerez

La crisis hace que muchos jerezanos vendan sus antigüedades para subsistir

Una media de cuatro personas al día acude a los anticuarios para hacer negocio Desde el sector se insiste en que «la situación es muy compleja»

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En tiempos de crisis financiera llegar a fin de mes se ha convertido en una auténtica odisea. En época de vacas flacas, las hipotecas se trasforman en una bestia negra que a la mayoría de los ciudadanos suele ocasionarles un enorme dolor de cabeza que se acentúa con la factura del gas, de la luz, el agua, el teléfono, la letra del coche, el seguro del mismo, algún que otro préstamo pendiente y los gastos en alimentación o textil.

Y es que la subida de los precios no es en la actualidad compatible con los sueldos de un amplio sector de la población que comienza a agudizar el ingenio cuando se ve con la soga al cuello. Una de las salidas más comunes es la de buscar trabajos extras que complemente el sueldo. No obstante, en una ciudad donde hay casi 20.000 parados esta opción cada día es más complicada. Así, muchos jerezanos han comenzado a acercarse hasta las diversas tiendas de antigüedades que existen en la localidad para intentar hacer negocio.

«Hasta hace relativamente poco tiempo, lo que se solía hacer era o vender directamente la pieza al anticuario o dejarla en depósito. En el caso de que se tomara la segunda opción, la antigüedad permanecía en la tienda hasta que alguien decidía comprarla. Por norma general, un 10% del coste se lo quedaba el anticuario y el resto iba dirigido hacía el propietario de la pieza», explican desde el sector.

Una forma de sacar dinero que en la actualidad intentan llevar a cabo más personas, ya que con la crisis económica «se buscan salidas de todo tipo». Así, «desde hace unos meses hasta aquí, una media de tres o cuatro personas entran en la tienda a diario para intentar vendernos alguna pieza», asevera José Llamas, anticuario y propietario de La Cochera de Pepe, uno de los negocios de antigüedades más consolidados de la ciudad.

El problema es que «la situación es muy delicada en la actualidad y nosotros lo que necesitamos es que nos entren clientes que nos compren nuestros productos, no que nos quieran vender determinadas piezas que, por lo general, no suelen ser de gran valor», comenta este profesional.

Entre las antigüedades que los jerezanos más suelen llevar a estos establecimientos se encuentran espejos, cómodas, bandejas, peines, alguna que otra lámpara... y mucha plata, elementos que «ahora mismo, como está la cosa, no suelen convencernos casi nada», apostilla José Llamas. De hecho, en este sector la crisis se nota especialmente ya que, como señala Antonio Román, galvanotécnico y restaurador, «la gente centra sus gastos en los productos de primera necesidad. Las antigüedades son productos considerados de lujo y por ello quedan en un segundo plano, salvo excepciones».

braguilar@lavozdigital.es