El policiía Montrell Jackson, de 32 años, asesinado el domingo en Baton Rouge (Luisiana)
El policiía Montrell Jackson, de 32 años, asesinado el domingo en Baton Rouge (Luisiana) - Reuters

Tensión racialLa Policía de Estados Unidos se siente en el punto de mira del odio

La ansiedad y la tensión crecen en las fuerzas de seguridad tras los ataques de Dallas y Baton Rouge, donde las autoridades norteamericanas han confirmado que el objetivo era matar agentes

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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Nina Simone cantaba a la belleza y a la tragedia de ser «joven, con talento y negro» en los años duros de la batalla por los derechos civiles de la minoría negra, a final de la década de los 60. Montrell Jackson era todo eso. Y, además, era policía. Murió el domingo en Baton Rouge (Luisiana) en el ataque perpetrado por Gavin Long, en el que también perecieron otros dos agentes, Matthew Gerald y Brad Garafola.

La figura de Jackson concentra muchas de las caras de un problema enraizado en Estados Unidos y que en el último mes ha entrado en una espiral de violencia: la desconfianza de amplios sectores de la minoría negra hacia las fuerzas de seguridad y los abusos en los que incurren muchos cuerpos de policía contra esa población.

Jackson, un ciudadano modélico, respetado y querido en su barrio –de mayoría blanca–, presidente de la asociación de vecinos, involucrado en la comunidad, acudió a Facebook el 8 de julio para explicar su difícil situación. Era tres días después de que muriera en su ciudad, a manos de la policía, Alton Sterling.

«Cuando voy en uniforme recibo miradas de odio repugnantes»

Y un día después de que fallecieran sus cinco compañeros en Dallas. Jackson explotó en la red social: se confesaba «cansado física y emocionalmente» y «decepcionado» por los comentarios negativos hacia su persona de compañeros, amigos e incluso familia. «Juro por Dios que amo a esta ciudad, pero me pregunto si esta ciudad me quiere a mí. Cuando voy en uniforme recibo miradas de odio repugnantes y cuando voy sin él hay gente que me considera una amenaza», lamentaba. «Por favor, no dejéis que el odio infecte vuestros corazones».

El sentimiento que expresaba entonces Jackson, la creciente presión que sienten los miembros de la Policía –en especial los que, como él, son negros– es hoy mayor después de las tres muertes en Baton Rouge. Es un momento de tensión enorme, con protestas en muchas partes del país por los casos de abusos policiales y que coincide con las convenciones republicana y demócrata.

La de los conservadores arrancó este lunes en Cleveland, tomada por la Policía, entre protestas de activistas contrarios a Donald Trump. La semana que viene será el turno de los demócratas, citados en Filadelfia, donde también se esperan tensiones en la calle de grupos antisistema. La Policía estará en el ojo del huracán por dos frentes: la creciente fiscalización de sus abusos y de su contundencia en el control de protestas y el peligro de nuevos ataques.

Este lunes, en la conferencia nacional de la Naacp, la principal organización para los derechos civiles de los negros, Hillary Clinton reconoció los abusos policiales contra la minoría negra y abogó por una reforma completa del sistema judicial.

Vulnerables

«Los agentes siempre han sido vulnerables, y lo saben. Pero en el fondo creen que es algo que no te va a pasar. Y ahora ven cómo está ocurriendo», aseguró Darrell Stephens, director de la Asociación de Jefes de Policía de Grandes Ciudades. En la última frase de su mensaje en Facebook, en contrapunto a la brutalidad de Long, Montrell Jackson se ofrecía a dar un abrazo u ofrecer una oración a todo el que se lo pidiera en la calle, también en las protestas. Desde el domingo, muchas oraciones y abrazos en Baton Rouge van en su nombre y en el de sus compañeros muertos.

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