Un niño con la fotografía de la Familia Real junto al Palacio de Bangkok
Un niño con la fotografía de la Familia Real junto al Palacio de Bangkok - EFE

Temor en Tailandia a que la Junta militar endurezca su control político

La población cumple de modo escrupuloso las normas del luto tras la muerte del Rey Bhumibol

BANGKOK Actualizado: Guardar
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En las calles de Bangkok, capital de Tailandia, el luto nacional por la muerte del monarca Bhumibol Adulyadej, fallecido el pasado jueves a los 88 años de edad, camina en estos días entre el vacío y las penumbras. Ayer, en buena parte de escaparates comerciales era sencillo encontrarse tras sus vidrios a maniquíes arropados con prendas negras, en señal de dolor inanimado.

La medida es un superlativo guiño al comunicado de palacio, que obliga a todos los funcionarios públicos a llevar ropa de este color durante un año, como forma visual de desconsuelo. En vista del éxito de la medida, ampliada por buena parte de la población de forma voluntaria, el propio Gobierno de Tailandia se ha visto obligado a informar sobre las vestimentas de esta tonalidad y, sobre todo, a realizar un aviso a navegantes frente aquellos que quieran hacer negocio de la tragedia.

«El suministro de camisas negras puede ser bajo durante unos días, pero los fabricantes de prendas de vestir han insistido en que no habrá escasez mientras se fijen los precios de forma normal», reconocía Nuntawan Sakuntanaga, directora general de comercio interno es este ministerio, citada por el diario The Nation.

Junto al masivo luto físico, la hiperestesia por la muerte de Bhumibol Adulyadej, en el trono desde hacía 70 años, quedaba demostrada en otro incidente. En la ciudad de Phuket, la Policía tuvo que dispersar a varios cientos de personas que exigían un castigo ejemplar contra un joven que, consideraban, había mancillado la figura del monarca. El lema budista «Nacer, existir y morir es algo normal. ¿Por qué tenéis que mantener esta alerta?» era el motivo de sus iras. La consigna había sido colgada por el muchacho en cuestión, de nombre Sutee Arammatapongsa, en su perfil de Facebook. Sin embargo, el mensaje databa del pasado año. Poco importaba. A la entrada del establecimiento regentado por su padre, una turba se agolpaba incidiendo en insultos tales como «búfalo», una jerga local para la estupidez.

Es, precisamente, el posible endurecimiento del control político por parte de la Junta militar (las leyes de «lesa majestad» castigan cualquier crítica a la monarquía con hasta 15 años de prisión) uno de los mayores temores sobre el futuro a corto plazo.

Llenar el vacío

Al poco de conocerse la muerte del Rey, el primer ministro tailandés, Prayuth Chan-ocha, aseguraba que el príncipe heredero, Maha Vajiralongkorn (64 años), había pedido tiempo en su coronación para acompañar en el duelo al pueblo tailandés. En virtud de este vacío, el viceprimer ministro de Tailandia, Wissanu Krea-Ngam, recordaba el viernes que, de acuerdo a la Constitución, las facultades del rey se deben desarrollar a través del regente. La posición recae en el presidente del Consejo Privado Real, el exprimer ministro Prem Tinsulanonda, de 96 años.

Durante la crisis política que sacudió Tailandia a mediados de la década pasada, Prem, una de las figuras de poder más notables del país, fue acusado por el entonces primer ministro, Thaksin Shinawatra, del golpe de Estado que propició su deposición por el Ejército en 2006.

El enfrentamiento entre ambos políticos es notable. Thaksin, cuyo movimiento es conocido por los «camisas rojas» -en oposición a los «camisas amarillas» de sus rivales Alianza Popular por la Democracia-, continúa gozando de gran estima entre las clases populares. Sobre todo, en las zonas rurales. A pesar de ello, sus críticos culpan al exprimer ministro, ahora en el exilio, de enriquecerse a expensas del Estado. De igual modo, ciertos sectores acusan a Thaksin de haber socavado la institución de la monarquía (acusaciones que éste niega).

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