Temor a nuevos escándalos de acoso en el Reino Unido

La periodista que provocó la caída de Fallon quita hierro al incidente de 2002

Julia Hartley-Brewer (d), con la diputada laborista Rupa Huq TWITTER

IVAN ALONSO

No entiende por qué dimitió el exministro de Defensa británico. Julia Hartley-Brewer, la famosa periodista con la que Fallon reconoció haber tenido una «conducta inapropiada» hace 15 años al tocarle la pierna durante una cena, asegura que no se cree que este sea el motivo por el que el ya exministro ha dejado su cargo. Califica la decisión de «ridícula» y llama al incidente en tono de broma el «rodillagate». Además, la periodista ayer volvió a reiterar que le había perdonado hace años.

La presentadora de la emisora TalkRadio dejaba entonces en el aire la sospecha de que pudiera haber otros motivos aún no confesados en la dimisión de Fallon, «porque si es porque me tocara la rodilla hace quince años -cuando hoy yo ya no tengo nada pendiente con él, sería la más descabellada, absurda y ridícula dimisión de un miembro del Gabinete que he visto en la vida».

Hartley-Brewer bromeó, además, en Twitter sobre lo que ha dado de sí el asunto, y lo que va a dar en el futuro. Subió a la red una foto de sus piernas y la tituló así: «Mis rodillas necesitan descansar esta noche».

Nuevas acusaciones

Y es que muchos en el Reino Unido creen que, como dice la periodista, esta no sería la verdadera razón de la dimisión de Fallon. Se espera en los próximos días que aparezcan más nombres y nuevas acusaciones se sumen a la lista de parlamentarios y miembros del Gobierno implicados en casos de acoso sexual.

En el punto de mira está el viceprimer ministro y «mano derecha» de Theresa May, Damian Green, al que ya apuntan todos los focos pidiendo que siga los pasos de Fallon después de conocerse que tuvo un incidente muy parecido con una activista conservadora en el año 2015. La joven le acusó de haberle tocado en repetidas ocasiones la pierna en un bar, y de enviarle un año después un «sugerente» mensaje de texto». Hechos que él niega y que sirven, según algunas voces críticas con todo este asunto, para organizar una «caza de brujas».

Todo este escándalo debilitaría aún más a una May en las horas más bajas de su mandato. La primera ministra tiene que lidiar con varias crisis abiertas en su Ejecutivo, una negociación del Brexit llena de interrogantes, y diversas «rebeliones» internas de sus propios parlamentarios.

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