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Una imagen del Parlamento turco - EFE

El sueño presidencialista de Erdogan, más cerca de cumplirse

El Parlamento turco aprobó ayer, en primera lectura, la reforma constitucional

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Después de una intensa semana de sesiones parlamentarias, en las que los diputados llegaron a las manos, la controvertida reforma constitucional para convertir a Turquía en un estado presidencialista ha sido aprobada en primera lectura. Cada uno de lo 18 artículos de la propuesta de ley ha recibido más de los 330 votos necesarios.

Con esta medida, el presidente Recep Tayyip Erdogan espera finalmente aumentar sus poderes ejecutivos ya que, si la reforma finalmente entra en vigor, podría nombrar personalmente a los ministros y disolver las Cortes. Nadie duda de que la sombra del presidente sobre el Gobierno ya es más alargada de lo que la Magna Carta le permite, pero la modificación daría validez legal a «la presidencia de facto que existe en el país», según declaraba un alto funcionario turco a ABC.

Erdogan también vería aumentar su influencia en la judicatura, pues el artículo 14 del borrador de ley supone una variación en el funcionamiento del Consejo Superior de Jueces y Fiscales (HSYK), el órgano que regula la entrada y la distribución de los empleados de la Justicia. La proposición recoge que el presidente pueda nombrar hasta el 69% de los jueces más importantes del país, destacó el analista y periodista Michael Sercan Daventry.

Consulta en primavera

La ley dicta que ahora se debe esperar al menos 48 horas antes de volver a debatir los cambios constitucionales en el hemiciclo y realizar una última votación. De superar de nuevo los 330 votos a favor, serán los ciudadanos los que tengan la última palabra en un referéndum que podría celebrarse a finales de marzo o en abril.

En los casi cien años de historia de la república, Erdogan ha sido el único presidente de Turquía elegido por votación popular y no por los parlamentarios. Durante su mandato como primer ministro logró cambiar el modo de selección del presidente, ya con esta reforma actual entre sus planes.

Los islamistas del AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) y los ultraderechistas del MHP (Partido de Acción Nacionalista) apoyan la reforma. Para ellos así se conseguiría un liderazgo fuerte y necesario, que comparan con los sistemas de Estados Unidos o Francia. En cambio, para la oposición, el socialdemócrata CHP (Partido Republicano del Pueblo) y el prokurdo HDP (Partido Democrático de los Pueblos), supondría el afianzamiento del poder personal de Erdogan.

No son los únicos que creen que la reforma provocaría más problemas. «Estamos muy preocupados de que este acontecimiento divida todavía más a Turquía y nos coloque en una crisis interna y externa en un momento en el que la república afronta terrorismo, dificultades económicas y la amenaza de guerra», reza un comunicado firmado por 62 exdiplomáticos turcos.

Los diputados del AKP celebraron con aplausos el resultado en primera ronda. La posibilidad de una deserción de alguno de los parlamentarios islamistas, o de al menos los 15 ultranacionalistas que necesitaban, nunca llegó a disiparse por completo. De ahí la tensión por el hecho de que diputados del AKP no votaran en secreto, como marca la ley.

Mientras, la oposición socialdemócrata ha iniciado la campaña por el «no» en el más que posible referéndum, una campaña que se celebraría bajo el estado de emergencia en el que vive Turquía tras el fallido golpe de Estado del pasado 15 de julio.

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