La canciller alemana, Angela Merkel, este lunes
La canciller alemana, Angela Merkel, este lunes - AFP

Los rivales de Merkel

La Unión Cristianodemócrata está ya enfrascada en el diseño de una campaña que será muy personalista, enfocada a la canciller

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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Con Merkel decidida a ser candidata y nadie en su partido que se lo discuta, la Unión Cristianodemócrata está ya enfrascada en el diseño de una campaña que será muy personalista, enfocada a la canciller, con puntos fuertes en propuestas de seguridad y defensa y tratando de articular respuestas a las «transiciones» demográfica, tecnológica y económica de la Europa postBrexit. Pero la actividad desatada en los despachos la Casa Konrad Adenauer no es nada en comparación con el bullir del edificio Willy Brandt, donde se prepara a toda prisa un congreso que tendrá lugar en enero y en el que el actual vicecanciller alemán y ministro de Economía, además de presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), Sigmar Gabriel, desea ser elegido candidato a las generales de 2017.

Según la secretaria general del SPD, Katarina Barley, la ejecutiva del partido se ceñirá al calendario previamente marcado y, en caso de presentarse más de una candidatura, habrá una votación entre las bases, de acuerdo a los estatutos. Si Barley ha hecho esta precisión es a causa de los rumores sobre las ambiciones del único hombre en el partido que podría plantarle cara a Gabriel, el actual presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz. Si alguien controla el SPD y puede tramar apoyos a su candidatura, ese es Gabriel, líder del partido desde noviembre de 2009, que lanzó contra Merkel en las elecciones de 2013 al exministro de Finanzas Peer Steinbrück, consciente de que iban a perderlas, y que después se lo quitó de encima para convertirse en la figura prominente del SPD al frente de la gran coalición. Su problema es que a muchos de sus colegas socialdemócratas tanto control les molesta. En medios alemanes se estima que la designación podría recaer en Schulz, apoyado en que Gabriel está en clara posición de desventaja en cuanto a popularidad frente a Merkel y en que la posición de Gabriel en la gran coalición le perjudica como candidato porque ha participado en todas las políticas que se critican a Merkel.

La coyuntura política indica, en esa misma lógica, que el gran contrincante de Merkel no será el socialdemócrata, con independencia del nombre que se imponga en el SPD, sino el partido populista que acelera amenazando con un adelantamiento por la derecha, Alternativa para Alemania (AfD). Las encuestas avanzan que se convertirán en la tercera fuerza política de Alemania. La líder y de este partido, Frauke Petry, fue confirmada como candidata a la cancillería horas después del anuncio de Merkel por un Congreso Regional del partido, tras un congreso extraordinario en el que las nuevas voces del partido, más radicales y xenófobas, se han impuesto definitivamente al fundadores del partido, más centrados en la resistencia a los rescates europeos y la política expansionista del BCE.

«Vamos a llevar a nuestro partido al éxito y ganaremos en estos meses más apoyos para que nuestra voz se haga fuerte en el Bundestag", han sido las palabras de Petry tras conocer que será la candidata que dispute la Cancillería de Berlín a Angela Merkel. «Lo ha hecho todo mal. No creemos que pueda hacerlo peor. Ha arruinado nuestro país y aun así no le basta. Haremos todo lo posible para que no vuelva a ser elegida por cuarta vez», dijo, adelantando que su programa se centrará en reintroducir controles fronterizos, fortalecer a las familias y la clase media y reestructurar el sistema social excluyendo de los derechos sociales a los ciudadanos no alemanes. En materia de política exterior, Petry y los suyos se orientan hacia la Rusia de Vladimir Putin, de la que reciben financiación, según han publicado medios alemanes.

Si hay miembros de AfD a los que se puede reprochar su pasado familiar nazi, como es el caso de la eurodiputada Beatrix von Storch, cuyos dos abuelos fueron dos figuras prominentes en el Tercer Reich, uno de ellos ministro de Hitler, sobre muchos miembros de Die Linke (La Izquierda) pesan su origen y conexiones con las jerarquías de la Alemania comunista, la desaparecida ARD. Die Linke nació en 2007, al fusionarse el Partido del Socialismo Democrático (PDS), heredero del partido comunista germanooriental SED, con disidentes socialdemócratas liderados por Oskar Lafontaine y que se marcharon dando un portazo cuando el canciller Schröder legisló la Agenda 2010, la batería de reformas con la que comenzó a desmontarse es estado de bienestar alemán. Si en las elecciones del 2017 Merkel saliera suficientemente debilitada, el SPD podría plantearse un tripartito con Die Linke y Los Vedes, una formación plenamente integrada en los esquemas democráticos y a la que Merkel, por su parte, no ha dejado de hacer guiños también últimamente.

El último, paradójico y más camuflado contrincante de Merkel, convertido durante el último año en su enemigo acérrimo, es Horst Seehofer, el presidente de Baviera y líder de la Unión Socialcristiana (CSU), el partido hermano de tendencias fratricidas con el que la canciller ha de pactar un programa electoral que permita concurrir juntos a las elecciones y mostrar el mayor grado posible de cohesión. Seehofer es enérgicamente contrario a la política de refugiados de Merkel, que ningún otro grupo parlamentario ha puesto en cuestión hasta el momento, y ha humillado públicamente a la canciller con broncas públicas que tienen como consecuencia que los presidentes de CDU y CSU hayan dejado de invitarse a sus respectivos congresos. La bronca ha llegado muy lejos, la familia conservadora no se habla, pero la historia demuestra que estas desavenencias suelen suavizarse si hay por medio cheques con suficientes ceros y firmados siempre en Berlín.

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