El presidente chino Xi Jinping durante una reunión con el líder de la ONU Ban ki-Moon el pasado 7 de julio
El presidente chino Xi Jinping durante una reunión con el líder de la ONU Ban ki-Moon el pasado 7 de julio - AFP

Purga anticorrupción en China

La campaña contra la corrupción lanzada por el presidente Xi Jinping le sirve para eliminar a sus rivales internos

PEKÍN Actualizado: Guardar
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Siguen rodando cabezas por la purga que sacude al régimen chino dentro de la campaña anticorrupción lanzada por el presidente Xi Jinping, que le está sirviendo para consolidar su poder y eliminar a sus rivales internos. Esta misma semana, la última en caer ha sido la de Ling Jihua, que fue mano derecha del anterior presidente, Hu Jintao, y ha sido condenado a cadena perpetua por corrupción. Tras ser juzgado a puerta cerrada el 7 de junio en Tianjin, una megalópolis industrial próxima a Pekín, Ling Jihua se pasará el resto de sus días entre rejas por haber aceptado más de diez millones de euros en sobornos, usado su poder para beneficiar a sus allegados y haberse apropiado de secretos de Estado, según informa la agencia estatal de noticias Xinhua.

De 58 años, su caída en desgracia comenzó en marzo de 2012, cuando su único hijo, Ling Gu, se mató al estrellarse su deportivo, un Ferrari 458, en el cuarto anillo de Pekín mientras conducía a altas horas de la madrugada con dos chicas que iban medio desnudas. Un episodio que, a pesar de la censura del régimen, volvió a revelar el lujoso y disoluto tren de vida de la «aristocracia roja» que ha florecido en el Partido Comunista al amparo del crecimiento económico de las últimas décadas.

El escándalo puso en el objetivo a Ling Jihua, quien entonces era jefe de gabinete del presidente Hu Jintao. Tras ser degradado, empezó a ser investigado a finales de 2014 y en julio del año pasado fue expulsado del Partido Comunista. Junto a él, fue purgado uno de sus hermanos, Ling Zhengce, alto cargo en la provincia de Shanxi, mientras que el otro, Ling Wangcheng, permanece huido en Estados Unidos, donde al parecer tiene un mansión de dos millones de euros en California. Tal y como informan algunos medios de ese país, Ling Wangcheng se habría llevado consigo 2.700 documentos secretos proporcionados por su hermano, entre los que figuran los códigos nucleares de China y abundante información sobre los dirigentes del Partido Comunista y su lucha de poder. Aunque el régimen de Pekín está intentando conseguir la deportación de Ling Wangcheng, su paradero sigue siendo un misterio y podría estar bajo la protección de las autoridades norteamericanas, ya que se trataría de la deserción china más importante de los últimos años.

Mientras se resuelve este caso, que parece sacado de la serie «House of Cards», continúa en China la campaña contra la corrupción del presidente Xi Jinping, que se propone abatir por igual a «tigres y moscas». Es decir, tanto a altos cargos que puedan amenazar su poder, de los que ya han caído más de un centenar, como a cuadros de base del Partido para dar ejemplo de integridad a la sociedad.

Además de castigar a 300.000 funcionarios, el año pasado fue condenado a cadena perpetua por corrupción Zhou Yongkang, anterior responsable de la Seguridad del Estado durante el mandato del presidente Hu Jintao. Su caída en desgracia supuso el procesamiento contra el más alto dirigente político de China desde el juicio a la mujer de Mao, Jiang Qing, y la «Banda de los Cuatro» por los desmanes de la «Revolución Cultural» (1966-76). A tenor de la sentencia, tanto Zhou Yongkang como su familia recibieron sobornos por valor de 19 millones de euros y se valieron de sus influencias para beneficiar a sus aliados dentro del régimen, quienes también fueron purgados.

Entre ellos destacaba su protegido Bo Xilai, condenado en septiembre de 2013 a cadena perpetua por corrupción y cuya esposa fue sentenciada a muerte un año antes – pero con la pena suspendida – por asesinar a su socio británico. Antiguo ministro de Comercio y secretario del Partido en Chongqing, una megaurbe del suroeste de China a orillas del Yangtsé, Bo Xilai era una de las figuras más prominentes del régimen. Pero su caída en desgracia desató una feroz lucha de poder en plena transición entre Hu Jintao y Xi Jinping. Tras él, rodaron las cabezas de su padrino político, Zhou Yongkang, y de su aliado Xu Caihou, antiguo número dos del Ejército chino. Aquejado de un cáncer de próstata, falleció el año pasado mientras esperaba a ser juzgado por corrupción. Aunque no serán los últimos altos cargos en ser purgados, es improbable que la lucha de poder alcance al expresidente Hu Jintao.

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