Pasado, presente, ¿futuro? Seis años de vidas perdidas en la guerra en Siria

Médicos, abogados, fontaneros o comerciantes, cuyas vidas eran muy similares a las de los españoles, tuvieron que huir de sus casas para salvar su vida tras el estallildo del conflicto en marzo de 2011

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En 2011 parecía abrirse una nueva era en Siria, en la que jóvenes y adultos salieron a las calles a grito de «Dios, Siria, libertad».

Seis años después la vida de los sirios es radicalmente distinta a como imaginaron. Médicos, abogados, fontaneros o comerciantes, cuyas vidas eran muy similares a las de los españoles, después de marzo del 2011 tuvieron que huir de sus casas para salvar su vida. El Comité español de ACNUR ha lanzado una campaña para sensibilizar a los españoles y hacer un paralelismo entre su vida y la de los refugiados: qué estaban haciendo unos y otros antes de que comenzase la guerra y cómo ha cambiado su vida desde entonces. En Siria las ciudades bombardeadas apenas son reconocibles y la vida de millones de personas nada tiene que ver con lo que un día fue.

La crisis económica y la falta de empleo en España, especialmente en el caso de los jóvenes, que han sufrido de hasta un 55% de paro en los peores momentos, ha hecho que mucha gente haya tenido que salir para labrarse un futuro mejor. La cifra de españoles en el extranjero subió en 2016 a 2,3 millones, la más alta desde que hay registros, y entre 2008 y 2015 el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (Pere) ha crecido en 833.339 personas. Desde el estallido de la crisis, el número de españoles en el extranjero ha aumentado en un 56%. En el vídeo puede verse a una joven, Julia, que pretende seguir viviendo en España pese a las dificultades.

«Antes teníamos a nuestros familiares cerca. Ahora no tenemos la casa donde hemos nacido y crecido», dice una de las jóvenes sirias entrevistadas por el Comité español de ACNUR. Tres de cada cuatro sirios han tenido que huir de sus casas, de los que el 73% son mujeres y niños. En 2013 Siria superó a Colombia como el país con más desplazados internos del mundo: hoy cuenta con 6,3 millones y 4,9 millones de personas refugiadas. Han tenido que dejar sus casas y buscar un refugio seguro en países vecinos como Turquía (2,91 millones), Líbano (1 millón) o Jordania (656.000).

[ 15 de marzo de 2011. El día que dejaron de elegir]

Kareem tiene 65 años. Huyó junto a su mujer y sus 14 hijos de su aldea de Homs en Siria. «Me fui de Siria porque temíamos que iban a volver a matarnos a todos», comenta. Sin trabajo y nada que hacer, la vida en un campo de refugiados como el de Azraq, en Jordania, se hace muy tediosa. Para hacer más llevadero su día a día, Kareem construyó un gran avión de juguete para sus nietos, empleando materiales a los que tenía acceso: alambres, cuerdas, hojas de aislamiento… Ahora se ha convertido en un constructor de juguetes y alegra la vida de muchos pequeños en el campo. «Los aviones me encantan. Esto me ayuda a aliviar el estrés», apunta el juguetero.

«Antes estábamos en Siria y vivíamos felices», exclama una niña entrevistada por el Comité español de ACNUR. La esperanza de vida media en Siria ha bajado en 20 años desde el inicio del conflicto en 2011, y los niños refugiados que han perdido a sus padres se arriesgan a terminar siendo apátridas, puesto que sus madres no pueden transferirles la nacionalidad.

En el vídeo de ACNUR, los españoles cuentan cómo en estos años han estudiado, han visto crecer a sus hijos o han podido mejorar sus perspectivas de futuro. «Quiero cambiar la percepción de los refugiados que tiene la gente», afirma Yusra Mardini, que vivía en Siria hasta que la situación se hizo insostenible para seguir allí. Su padre le entrenaba junto a su hermana para ser nadadoras de competición antes de la guerra y eso, precisamente, le ayudó a salvarse tanto a ella como a otras 18 personas con las que naufragaron en el Mediterráneo a bordo de un barco de traficantes. Desde entonces, Yusra no ha dejado de nadar y representó a quienes han tenido que huir con el Equipo Olímpico de Refugiados.

Siria vio nacer en 2011 un movimiento de protesta popular «desde abajo», parecido a Egipto o Túnez. La mayoría de los sirios vivía en Alepo, la ciudad más grande del país, en Damasco, la capital, o en la ciudad de Homs, donde empezó todo. Seis años después, de Homs y Aleppo solo quedan sus ruinas, más de 260.000 personas han muerto y otras 14 millones más necesitan ayuda. Antes del 15 de marzo de 2011, la vida de millones de sirios era muy similar a la de los españoles. Pero no han tenido las mismas oportunidades para elegir qué hacer con sus vidas.

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