Los manifestantes han colocado un muñeco, con una camiseta que hace alusión al TTIP, frente al Ayuntamiento de Hannover AFP

Obama y Merkel relanzan el pacto comercial de Europa y Estados Unidos

Ambos líderes ven el tratado como parte de su legado histórico para reforzar la relación transatlántica, pero se enfrentan a fuertes resistencias

CORRESPONSAL EN BERLÍN Actualizado: Guardar
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Las negociaciones para el Tratado de Libre Comercio entre la UE y EE.UU. (TTIP) están a punto de comenzar su décimo tercera ronda y el presidente Obama reconoce que sigue habiendo «obstáculos». «A veces (los tratados comerciales) han servido a los intereses de grandes corporaciones y no necesariamente a los trabajadores de los países que participan», ha reconocido horas antes de aterrizar en Hannover, «la gente se siente ahora particularmente recelosa… y parte de las críticas a esos acuerdos en el pasado son legítimas», pero insistiendo a renglón seguido en que «si conseguimos hacerlo, creará millones de empleos y dólares y generará beneficios a ambos lados del Atlántico».

Tan interesada o más que Obama en la firma de ese tratado está la canciller Merkel, que ha desarrollado una relación personal amistosa con el presidente estadounidense y que conseguiría con el TTIP dotar a la UE de una nueva dimensión, un avance que sustituiría en su balance político los pasos de integración que no ha dado en Bruselas.

Ambos políticos se encaminan al final de sus jefaturas de gobierno y consideran el tratado una deseable herencia que relanzaría el peso de la relación trasatlántica en la economía global, pero se enfrentan con una seria resistencia y el momento de decadencia que atraviesan les impide vencerla como quisieran. El de hoy en Hannover será su último intento.

«Perderemos derechos, como consumidores, que hemos tardado décadas en conquistar», reclamaba una de las personas que protestaba contra el tratado

Si en verano de 2008 el discurso de Obama en Berlín sobre «derribar muros» fue aclamado por 200.000 personas, ayer decenas de miles de alemanes se lanzaron a las calles clamando por la permanencia de los muros comerciales que siguen dividiendo Occidente en dos grandes bloques. «Perderemos derechos, como consumidores, que hemos tardado décadas en conquistar», protestaba ante las cámaras de televisión una renana que portaba una pancarta en la que una feroz Estatua de la Libertad devoraba un desvalido continente europeo.

Los obstáculos de los lobbies

Fuentes estadounidenses cercanas a las negociaciones señalan que si el tratado no avanza no es en realidad por la resistencia popular, sino por los obstáculos que logran introducir poderosos lobbies industriales. El propio Obama ha reconocido que el problema es que «cada país tiene sus propios intereses y facciones» y desde Bruselas se señala a la economía alemana como una de las principales barricadas. «Me resulta difícil explicar que la mayor resistencia al acuerdo esté en Alemania, un país económicamente exitoso. No es fácil entender ese miedo», ha dicho la comisaria europea de Comercio Cecilia Malmström.

Merkel confía que esta última visita de Obama a Alemania dé un impulso a la negociación

Merkel, por su parte, repite en cuanto tiene ocasión que sería una «situación en la que todos ganan» y confía en que esta última visita del presidente Obama a Alemania dé un impulso a la negociación. «Los alemanes seríamos los primeros beneficiados por el acuerdo», explica el coordinador para las relaciones entre Alemania y EE.UU., Jürgen Hardt, «puesto que somos el principal exportador europeo a Norteamérica, pero la posibilidad de prosperidad se extiende a todos los países de la UE, que verían abierto un mercado sin precedentes». Hardt insiste, además, en que el tiempo apremia. «La firma debería realizarse antes de que termine el mandato de Obama en 2017, porque después, por motivos electorales, quedará aplazado y se perderá todo lo adelantado hasta ahora».

Secretismo de las negociaciones

Para Hardt está claro que son «grupos de izquierda radical anti estadounidenses» los que alimentan la oposición popular al TTIP, aunque reconoce que el secretismo sobre el contenido de las negociaciones no ha ayudado a hacer popular el tratado. En su opinión, se trata de una «evolución natural» de las relaciones entre los dos continentes, que ya desarrollan una colaboración tan estrecha en política exterior y lucha contra el terrorismo que convierte en secundarias las conversaciones que Obama y Merkel mantendrán en Hannover sobre Ucrania o Daesh porque son asuntos sobre los que hablan personalmente todas las semanas.

Obama tiene previsto pedir a Merkel un aumento de la presencia del Ejército alemán en la frontera oriental de la OTAN

Según fuentes de la Embajada Estadounidense en Berlín, Obama solamente va a aprovechar la visita para pedir a Merkel un pequeño peaje, un aumento de la presencia del Ejército alemán en la frontera oriental de la OTAN, de efecto disuasorio al expansionismo de Putin, al que la canciller se hace la remolona desde hace meses.

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