Obama pide a Europa más gasto militar en la lucha contra Daesh

Merkel, Hollande, Cameron y Renzi se resisten a implicarse más en la guerra de Siria y a aumentar los presupuestos de defensa

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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Obama espera más de Europa. El presidente de EE.UU. dejó ayer claro que ve en la UE un gran potencial de liderazgo político y económico y no termina de explicarse las rémoras que impiden a semejante actor internacional ocupar su lugar en el escenario global. «Seguramente tiene que venir alguien de fuera para recordaros lo mucho que habéis conseguido», dijo durante su discurso en la Feria Tecnológica de Hannover: «Más de 500 millones de personas que hablan 24 lenguas en más de 20 países compartiendo la democracia en una Unión Europea… reconoced que es uno de los mayores logros económicos y políticos de la historia moderna», dijo.

Y desde esa elogiosa concepción de Europa, pidió unas horas más tarde a los jefes de gobierno de Alemania, Francia, el Reino Unido e Italia un mayor compromiso en los conflictos abiertos en Oriente Próximo, una aceleración de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre la UE y EE.UU.

y un mayor esfuerzo de unidad «por el bien del mundo». Pero sus palabras no encontraban precisamente tierra abonada en la minicumbre europea de ayer a la que asistieron Merkel, Cameron, Hollande y Renzi. Inmersos en sus problemas nacionales, calculando a su vez el potencial de un presidente saliente y un tanto acobardados por el auge electoral de los extremismos en Europa, sus interlocutores no hicieron ademán de seguir una llamada que implica un mayor gasto militar.

Lo que hay que hacer, dijo el italiano Matteo Renzi, es «invertir en crecimiento contra el populismo». La lucha armada contra Daesh sobre el terreno de la que hablaba Obama parecía quedar demasiado lejos para el italiano, que insistió tras la reunión en que «Europa debe volver a invertir en crecimiento». Tampoco parecieron conmoverle las llamadas del presidente norteamericano a promover una política exterior europea con más peso y compromiso internacional.

Controles fronterizos

Al tiempo que aprovechó para criticar abiertamente los planes de Viena de establecer controles fronterizos en el paso de Brennero, que separa a Austria de Italia e ironizar recordando que su país ha tenido 63 gobiernos en 70 años, por lo que «la estabilidad actual es un activo para la política exterior de Roma».

«Europa puede hacer más», había instado el presidente estadounidense antes de entrar al G-5, «necesitamos más naciones implicadas en una solución en Irak y Siria». Obama reprochaba que «Europa ha sido a veces complaciente con su propia defensa» y sugería aumentar el porcentaje del PIB destinado a gasto militar.

Incluso daba un paso ejemplarizante anunciando el envío de otros 250 soldados norteamericanos a Siria. Pero tampoco le siguieron en esto Cameron, Hollande y Renzi. Ni siquiera su admirada Merkel le siguió. Hubo cierta simetría de admiración y rechazo. Obama proclama que, con los refugiados, «Alemania se sitúa del lado correcto de la historia», pero rechaza que EE.UU. acoja más inmigrantes. Mientras que Merkel da la razón a Obama en la lucha contra Daesh, pero considera que su ejército ya ha dado pasos «históricos» suficientes.

Extrema derecha

Algo más de eco encontró Obama en la urgencia por firmar el Tratado de Libre Comercio entre la UE y EE.UU., pero los líderes europeos, con perfil a la baja, no pueden permitirse seguir cebando a la extrema derecha ultranacionalista que se opone al pacto en varios países, en esta ocasión en coincidencia con los movimientos de extrema izquierda que movilizan multitudinarias manifestaciones callejeras. Así que Obama, otrora espíritu del optimismo y el «yes we can», subió de vuelta al Air Force One y se despidió de Europa entonando un «bye bye» un tanto apesadumbrado. «Este es un momento decisivo, y lo que sucede en este continente tiene consecuencias para todo el mundo», advirtió, «si una Europa unida, pacífica, liberal, plural, de libre mercado, comienza a dudar de sí misma y a cuestionar el progreso logrado en las últimas décadas, entonces no podemos esperar que continúe nuestro avance».

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