Ministro de Exteriores de Polonia: «Hemos localizado 1.400 referencias insidiosas a campos de exterminio polacos»

Jacek Czaputowicz defiende la polémica Ley del Holocausto frente al uso malintencionado del error histórico en los medios

Czaputowicz durante la entrevista en Madrid IGNACIO GIL

FRANCISCO DE ANDRÉS

Jacek Czaputowicz, flamante ministro de Exteriores polaco, acaba de visitar Madrid para hablar con su colega español, Alfonso Dastis, de la agenda de cuestiones bilaterales. La victoria por tercera vez consecutiva de la derecha antieuropea húngara de Orban, con la que el Gobierno conservador de Varsovia mantiene relaciones privilegiadas, vuelve a encender algunas alarmas en el seno de la Unión Europea.

Ministro, quizá la cuestión más polémica sobre Polonia en la prensa occidental es últimamente su llamada «Ley del Holocausto», que llega a castigar con cárcel a quien se refiera erróneamente a los «campos de concentración polacos», en vez de decir «nazis». ¿No se les ha ido la mano?

Estas leyes existen también en Israel y otros países europeos. La ley pretende defender a Polonia de mentiras y defender la Historia. Una cláusula de la norma establece que las penas no conciernen a la investigación: solo pretendemos que se estudie la Historia tal como fue. Todos los campos de exterminio levantados en Polonia fueron construidos por los alemanes. El lugar donde está Auswitch pertenecía en aquellos momentos al Reich alemán; el lema que figura en su puerta está en alemán. Pero la memoria de todo ello se está perdiendo. Usted mismo acaba de decir «campos nazis» y no «alemanes». Como dice la resolución de la Unesco, debería decirse «campos nazis alemanes de exterminio». Si no se ponen todos los calificativos muchos jóvenes pueden concluir que los campos de exterminio en Polonia fueron construidos por polacos.

¿Hay que castigar con cárcel el error o el analfabetismo?

Por supuesto el error se produce a veces por desconocimiento o ignorancia, pero muchas veces se hace de modo intencionado. Perseguir este comportamiento es el objetivo de la ley. Tenemos instituciones que monitorizan las calumnias contra Polonia, y han detectado 1.400 ocasiones en que se ha utilizado públicamente el término de «campos de exterminio polacos» en Europa y EE.UU. en los últimos años.

Ministro, ¿les gusta o les desagrada la vinculación que establecen los medios de la Europa occidental entre el gobierno conservador polaco y el húngaro de Orban?

Esa asociación no tiene ningún fundamento. Mi partido, Ley y Justicia, es un grupo que apoya los derechos de la oposición y la sociedad civil. Quizá algunos establezcan el paralelo con Hungría por el hecho de que en Polonia defendemos los valores patrióticos y cristianos, pero son dos casos distintos. Quiero pensar que las críticas se deben a que muchos en Occidente tenían preferencia por el gobierno polaco anterior, y les cuesta adaptarse a la nueva opción que ha tomado la sociedad polaca. Pero esto está cambiando. Me acabo de reunir con mis colegas francés y alemán, y todos advierten que el Gobierno polaco es estable, cuenta con el apoyo de la sociedad y tiene derecho a realizar las reformas que había prometido en su programa electoral.

En la perspectiva de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, ¿teme Polonia un incremento del poder del eje franco-alemán o del diktat de Berlín en asuntos europeos?

Hace poco estuvo en Varsovia la canciller Merkel, y creo que entiende perfectamente que la UE es una unión de 28 países -que serán pronto 27- y no tiene intención de apoyar la llamada Europa de dos velocidades. Polonia es un país representativo de la Europa central y del Este y una nación clave para Alemania, y nos asiste el derecho a defender nuestros intereses dentro del grupo regional llamado de Visegrado.

¿Qué interés particular cree que es más prioritario defender ahora?

Bueno, observamos algunas tendencias en los países occidentales de limitar algunas de las libertades básicas de la Unión, en particular la libertad de movimiento de personas y de servicios, que se ve recortada en la nueva directiva de Bruselas de trabajadores desplazados. Mi gobierno es sinceramente liberal, y defiende la libertad de competencia y competitividad en toda Europa.

Usted presenta a su gobierno de Ley y Justicia como europeísta, pero la prensa europea les etiqueta normalmente como euroescépticos...

Tanto nuestro partido como la oposición son proeuropeos. En el Parlamento polaco no está representado en estos momentos ningún partido antieuropeo o euroescéptico como ocurre en otros países de la Unión, como Italia, Francia o el Reino Unido. El 87 por ciento de la sociedad polaca es favorable a la integración europea. De todos modos tiene razón: se nos presenta con frecuencia como euroescépticos. Creo que con eso se pretende debilitar nuestro gobierno para frenar reformas que nosotros consideramos necesarias y europeístas.

¿Se refiere por ejemplo a la reforma de la elección de los jueces, que ha llevado a la Comisión Europea a abrir el procedimiento de infracción contra Polonia, y podría dejarles sin voto en el Consejo?

Estamos convencidos de que nuestras reformas se ajustan al sistema que rige en todo el ámbito europeo, y así estamos tratando de explicárselo a todos. La mayoría de mis colegas me ha dicho que está en contra de que se vote el procedimiento de infracción contra Polonia, así que confío en que lleguemos a un acuerdo. No hay razones para ese tipo de sanción. La decisión de abrir el procedimiento no es jurídica, es política.

Todas las reformas que lleva a cabo Varsovia se ponen en tela de juicio también en el exterior, por ejemplo la limitación de la ley del aborto. ¿Existe la percepción de que el gobierno polaco es demasiado conservador o, quizás, demasiado católico?

Las reformas que pretendemos llevar a cabo son cuestiones internas polacas. Respetamos las creencias y valores de los demás, y exigimos que los nuestros sean también respetados. Si miramos el porcentaje de personas que van a la iglesia en Polonia quizá veamos que es superior al de otros países europeos; para nosotros esa es una riqueza que aportamos a la Unión Europea, así que no queremos que nadie desde fuera nos imponga valores que tampoco les imponemos nosotros.

Un problema que no es interno de Polonia es la política de refugiados. ¿Por qué no incluyen en sus valores la acogida a los que huyen de las guerras de Oriente Próximo y se hacinan en Italia y Grecia?

Respetamos el derecho de otros países a recibir refugiados, pero no estamos de acuerdo con que se les invite a viajar a otras naciones. La Iglesia polaca tiene varios programas de ayuda a los refugiados en Oriente Próximo, por ejemplo en Siria, en Alepo; nuestro gobierno tiene un programa de ayuda en el Líbano. Pero no estamos en condiciones de llamarles para que vengan a nuestro país. Por otra parte, el año pasado Polonia recibió un millón de emigrantes ucranianos; de ellos 40.000 podrían recibir el estatus de refugiados porque provienen de regiones en guerra. Con frecuencia en el debate se olvida esta realidad.

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