La canciller alemana, Angela Merkel, durante su visita al Instituto Leib­niz In­sti­tu­te para Ciencia y Tecnología de Plasma Plas­ma (INP Greifs­wald) en Greifswald
La canciller alemana, Angela Merkel, durante su visita al Instituto Leib­niz In­sti­tu­te para Ciencia y Tecnología de Plasma Plas­ma (INP Greifs­wald) en Greifswald - REUTERS/Stefanie Loos

Merkel lamenta haber dejado sola a España en materia de inmigración

«Después de la gran cantidad de refugiados procedentes de las guerras yugoslavas que llegaron a Alemania, nos alegrábamos de que por fin otros tuvieran que hacer frente al problema», confiesa la canciller alemana

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Merkel ha cumplido su promesa. Un año después de abrir la puerta a los refugiados el flujo de personas a través de las fronteras alemanas está ya bajo control. Es ahora cuando, por primera vez, la canciller alemana hace balance autocrítico en el que se retrotrae hasta 2004, enfocando la mirada a lo que ocurría ese año en las costas españolas. «Nosotros, los alemanes, hemos ignorado durante largo tiempo el problema», dice en una entrevista publicada hoy por «Süddeutsche Zeitung», «ya en 2004 y 2005 llegaban muchos refugiados y entonces dejamos a España y a otros países con frontera exterior que se ocupasen solos del asunto». Merkel lamenta que también Berlín se resistiese durante mucho tiempo a reformas necesarias como un reparto proporcional de los refugiados o una responsabilidad compartida en la protección de las fronteras exteriores, por temor a una pérdida de soberanía nacional.

«Después de la gran cantidad de refugiados procedentes de las guerras yugoslavas que llegaron a Alemania, nos alegrábamos de que por fin otros tuvieran que hacer frente al problema», reconoce, «pero las cosas no pueden ser así».

Con la perspectiva de los ataques terroristas de estos últimos tiempos, es «completamente comprensible» para ella que hayan surgido en la sociedad «intranquilidad» y «ansiedad». También reconoce que entre los muchos refugiados que han ingresado en Alemania los había que no llegaban con intenciones sinceras y que eso hace que la integración sea un proceso todavía más complicado, pero descarta una conexión directa entre terrorismo y refugiados: «Sencillamente es falso que el terrorismo haya llegado con los refugiados porque ya estaba desde antes ahí, especialmente los peligros potenciales que tenemos que vigilar».

Sobre la frase «Wir schaffen das» (lo lograremos), convertida en su consigna voluntarista de apertura a los refugiados y tan criticada durante el último año, la canciller admite que no contó de antemano con el efecto que han llegado a tener esas palabras. «Si me hubieran preguntado por una frase que fuera a ser tan citada, no habría elegido esa», se sincera, pero anotando que la dijo «desde la más profunda convicción de que se trataba de una tarea ingente y para nada sencilla» y explicando que su objetivo era desmantelar miedos y obstáculos.

Si a estas alturas de la crisis de los refugiados hay algo que Merkel desea aclarar es que «Alemania va a seguir siendo Alemania, con todo lo que es para nosotros apreciado y valioso», en referencia a que habrá cambios, como los ha habido desde la fundación de la República Federal, pero que esos cambios no afectarán a los principios básicos que siguen haciendo atractivo este país. «Esos principios se reflejan en nuestra libertad, nuestra democracia y nuestro Estado de Derecho, en nuestro profundo compromiso con la economía social de mercado que da soporte a los más débiles a través de la fuerza económica del país», garantiza.

También subraya la importancia de contrarrestar los comportamientos racistas y agresivos que están surgiendo en la sociedad alemana y anota que «al menos los políticos deben moderar sus comentarios». Sobre el hecho de que, recientemente, el número dos de su gobierno y presidente de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, respondiese con una peineta a las increpaciones de manifestantes de extrema derecha, Merkel se limita a responder que «cada uno tiene sus propias prácticas».

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