«La juventud urbana está cambiando Corea del Norte»

Sokeel Park, de la ONG LINK, es coautor del documental «La Generación Jangmadang», que difunde ABC.es

Sokeel Park, de la ONG LINK (Liberty in North Korea) y coautor de «La Generación Jangmadang» P. M. Díez
Pablo M. Díez

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Si su abuelo no hubiera huido al Sur durante la guerra de hace casi siete décadas, Sokeel Park viviría hoy en Corea del Norte , donde tiene familiares que no conoce y a quienes, probablemente, nunca verá. Nacido en 1984 en el Reino Unido, ya que su madre es inglesa, reside desde hace ocho años en Seúl , donde ayuda a instalarse a los desertores norcoreanos que escapan del régimen más represivo del mundo. Tras trabajar en la ONU, este licenciado en Relaciones Internacionales e Historia es el director de Investigación y Estrategia de la ONG LINK ( Liberty in North Korea ), que ha rescatado en los últimos años a cerca de 800 refugiados norcoreanos para buscarles una nueva vida en libertad.

Algunos de ellos aparecen en el documental «La Generación Jangmadang» , que ABC.es difunde este lunes con subtítulos en español. Dirigido por Sokeel Park y Chad Vickery , esta cinta de una hora narra la historia de un grupo de jóvenes norcoreanos que nacieron durante la «Gran Hambruna» de los años 90 y tuvieron que ingeniárselas para sobrevivir sin depender del Sistema Público de Distribución de Alimentos.

Desde edades muy tempranas, se dedicaron a comerciar en los mercados con artículos traídos de contrabando desde la frontera con China. Entre ellos había también series surcoreanas y películas de Hollywood, que les cambiaron la visión del mundo que les había inculcado la propaganda del régimen. Gracias a ello conocieron la libertad y huyeron a Corea del Sur, donde confían en que esta economía de libre mercado, denominada «Jangmadang», acabe cambiando al régimen de Kim Jong-un.

Acostumbrados a ver Corea del Norte como el país más hermético y aislado del planeta, sorprende el “capitalismo de a pie” que muestra su documental.

Corea del Norte es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la Humanidad en nuestra generación. Aunque hay muchos expertos en temas militares y de seguridad, se sabe poco de su sociedad y de los cambios que está viviendo. Por eso queríamos contar lo que está ocurriendo en Corea del Norte, donde sus habitantes no son robots a los que el régimen ha lavado el cerebro. Queríamos humanizar a los norcoreanos mostrando que tienen el mismo potencial que cualquier otra persona.

¿Cuáles son esos cambios sociales?

Todos los países viven saltos generacionales, pero en Corea del Norte han sido enormes por la “Gran Hambruna” de los 90, que colapsó al régimen y obligó a la gente a buscarse la vida por sus propios medios sin depender del Estado. Debido al impacto de los mercados que surgieron entonces, llamados “Jangmadang”, las nuevas generaciones norcoreanas son muy distintas a sus padres porque se han formado sabiendo lo que es la libertad y la economía capitalista. La juventud urbana está cambiando Corea del Norte. En lugar de centrarnos solo en la seguridad y el aspecto militar, hay que seguir avanzando hacia la normalización y la apertura, con más mercados, información e intercambios culturales como los recientes conciertos de “K-pop” (“pop” coreano) en Pyongyang. Aunque no hay una sola cosa que pueda cambiar al régimen, todo suma. Por eso, es bueno que los norcoreanos vean no solo cómo es la vida en el Sur, sino en China, que antes era un país más pobre y donde ahora se disfruta de un mejor nivel de vida y de más libertad. Al ver esto, los norcoreanos se dan cuenta de que se están quedando atrás con respecto a sus vecinos y saben que no ha sido accidental, sino que se debe a la labor del Gobierno. Todavía no hay protestas sociales, pero el régimen de Kim Jong-un siente la presión social, que le pide mejorar la economía.

¿Confía usted en la reciente distensión entre el Norte y el Sur y en la voluntad de diálogo de Kim Jong-un?

Es difícil saber lo que el régimen piensa y quiere. De todas maneras, se aprecia una estrategia obvia con la política “Byongjin” para desarrollar la economía tras haberse blindado con las bombas atómicas. Hasta ahora, este ha sido el mayor logro de Kim Jong-un, quien había heredado el programa nuclear de su padre y lo ha acelerado para consolidar su poder. Ahora le toca el turno a la economía.

¿Cree entonces que accederá a su desnuclearización?

Kim Jong-un quiere tener armas atómicas y desarrollo económico. Tras haber logrado su objetivo nuclear antes de lo que todo el mundo pensaba, su objetivo es librarse de algunas de las sanciones internacionales impuestas por la ONU. Aunque es difícil saber su impacto real sobre la economía, han funcionado porque China le ha cortado el grifo del petróleo y del comercio, que ha caído y puede provocar una escasez de productos y una subida de precios. Para que eso no ocurra, Corea del Norte ha de congraciarse de nuevo con China, como se vio en marzo durante la visita de Kim Jong-un a Pekín. Pero antes debe aparentar que es una potencia nuclear responsable, volviendo quizás al Tratado de No Proliferación en el futuro y comprometiéndose con otras potencias a una desnuclearización a muy largo plazo. Aunque no puedo imaginarme que Corea del Norte vaya a deshacerse de sus armas atómicas, la única opción que le queda es transformar su economía al estilo de China o de Vietnam.

Pensamos que Corea del Norte es el país más cerrado del mundo, pero lo cierto es que hay numerosas redes del Sur que se infiltran allí. ¿Cómo operan?

En el Sur hay 30.000 norcoreanos y la mitad de ellos envía dinero a sus familiares, unos mil dólares al año. En una estimación conservadora, eso suma 15 millones de dólares (12,5 millones de euros) que entran en Corea del Norte. En un día, se puede enviar el dinero a través de un intermediario en China, que cobra el 15 por ciento, y luego lo introduce en Corea del Norte usando un correo que se queda con otro 15 por ciento. De igual modo, hay redes que cuelan memorias USB y tarjetas SD con información y películas, que cuestan entre uno y cinco dólares (entre 0,80 y 4 euros). Aunque dichas redes están muy descentralizadas, hay grupos que comparten esta información en los mercados.

¿Cuánto cuesta rescatar a un norcoreano y traerlo a la libertad?

Cruzar la frontera con China cuesta entre 3.000 y 5.000 dólares (entre 2.500 y 4.200 euros). Pero luego hay que atravesar toda China hacia el sur para llegar al Sudeste Asiático, donde se pide asilo en un tercer país, y eso vale otros 15.000 dólares (12.500 euros).

¿Cómo se adaptan los norcoreanos a su nueva vida?

Los refugiados deben habituarse a 50 años de progreso en Corea del Sur. Para muchos, es como un viaje al futuro, sobre todo el primer año. En general, para los jóvenes del “Jangmadang” ha sido más fácil, pero otros han tenido problemas. De los 30.000 norcoreanos que han desertado al Sur, solo han vuelvo al Norte menos de 20. Los demás siguen aquí, trabajando duro para ayudar a sus familias o traerlas a la libertad.

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