De rehén de los talibán a la cárcel en Canadá por presunta agresión sexual

Joshua Boyle y su familia fueron liberados por el Ejército paquistaní tras cinco años de cautivero, ahora se enfrenta a quince cargos

Imagen del vídeo de rescate AFP
Susana Gaviña

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Menos de tres meses después de haber sido liberado de manos de los talibán, tras cinco años de cautiverio junto a su esposa y sus hijos, el canadiense Joshua Boyle se las tiene que ver ahora con la Justicia de su país.

El hombre, de 34 años, fue detenido por la Policía de Canadá el pasado 30 de diciembre, dos semanas después de haberse reunido y fotografiado con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Ahora Boyle se enfrenta a quince cargos, entre ellos los de agresión sexual y confinamiento forzoso, asalto, amenazas y el uso de sustancias nocivas. Las víctimas serían dos mujeres cuya identidad no ha trascendido, por el secreto de sumario.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, con la familia Boyle a mediados del pasado mes de diciembre TWITTER

Los hechos por los que Boyle es acusado sucedieron entre el 14 de octubre (llegó a Canadá el día anterior) y el 30 de diciembre de 2017, según medios locales de Otawa, ciudad donde actualmente reside la familia. Boyle, que compareció ayer ante el juez a través de videoconferencia, permanecerá bajo custodía policial al menos hasta el próximo lunes, cuando deberá presentarse de nuevo ante el tribunal de justicia, según el diario canadiense «The Star».

Liberación mediática

Boyle se hizo mundialmente famoso cuando tanto él, como su esposa, la estadounidense Caitlan Boyle, y sus tres hijos –todos nacidos en cautividad – fueron liberados por el Ejército paquistaní el 12 de octubre de 2017, tras permanecer retenidos durante un lustro por el grupo Haqqani, vinculado a los talibán. La pareja fue secuestrada en la provincia de Wardak, una región montañosa a las afueras de Kabul. Durante los cinco años siguientes a sus secuestro fueron trasladados a distintos lugares de Afganistán y Pakistán, donde fueron finalmente liberados durante un tiroteo cuando estaban siendo nuevamente reubicados.

En declaraciones a la prensa, una vez en Canadá, el matrimonio relató las penalidades que sufrieron a manos del grupo yihadista : los golpes, el confinamiento en habitaciones minúsculas, la violación de la esposa y el aborto forzado de su cuarto hijo, que según Coleman fue una represalia por no querer unirse a Haqqani. Acusaciones, estas dos últimas, que el grupo talibán desmintió .

Los sufrimientos que padeció la familia es a lo que ha apelado ahora Caitlan Boyle, de 31 años, para justificar la conducta de su marido que le ha llevado a una nueva cautividad, la de una cárcel canadiense. «No puedo hablar sobre los cargos específicos, pero puedo decir que, en última instancia, es la tensión y el trauma que se vio obligado a soportar durante tantos años y los efectos que eso tuvo en su estado mental lo que han provocado estos hechos», explica en un comunicado remitido a «The Star». «Obviamente –añade la esposa–, él es responsable de sus propias acciones, pero es con compasión y perdón que espero que se pueda encontrar ayuda y curación para él. En cuanto al resto de nosotros, a mí y a los niños, estamos sanos y aguantamos lo mejor que podemos».

El abogado de Boyle, Eric Granger, en declaraciones al mismo medio, afirmó que su cliente se declara inocente y que está «ansioso por ver» las pruebas contra él. «El señor Boyle es un joven que todos sabemos ha pasado por muchas cosas. Y nunca ha tenido problemas con la ley. Esperamos con interés recibir esa evidencias y defenderlo contra estos cargos en la corte».

Extraño viaje a Afganistán

La historia del secuestro del matrimonio Boyle no ha estado exenta de especulaciones por las extrañas circunstancias en las que tuvo lugar. En especial, por los motivos que les llevaron a viajar, en 2012, a uno de los lugares más peligrosos del mundo, estando la esposa embarazada de siete meses. Según la versión de la pareja, su intención era ayudar a una de las regiones afganas que sufren peores condiciones y a la que ninguna ONG llegaba. Ante la preocupación de su círculo más cercano, Boyle, a quien sus amigos definían como un «niño menonita, hippie y pacifista», aseguró que no se adentrarían en las zonas más conflictivas de Afganistán. Lo que no le salvó de ser secuestrado por un grupo afín a los talibán.

Lo rocambolesco de su viaje y los vínculos familiares de Boyle con la familia Khadr, supuestamente simpatizante de Al Qaida, hicieron poco creíbles los verdaderos motivos de su viaje a Afganistán. Antes de contraer matrimonio con Caitla Coleman, Boyle estuvo casado hasta 2010 con Zaynab Khadr , cuyo padre había muerto en 2003 asesinado en Pakistán; mientras que su hermano Omar Khadr , conocido como el «niño soldado» , pasó diez años en Guantánamo –ingresó a los 15 años de edad, convirtiéndose en el preso más joven–, acusado de haber matado a un soldado estadounidense. Una vez liberado, Omar demandó al Gobierno de Canadá por su complicidad con EE.UU. en la violación de sus derechos constitucionales, por lo que debe compensarle ahora con ocho millones de dólares, según información de la BBC.

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