«Decidimos tener hijos durante el secuestro porque queríamos una familia amplia»

La estadounidense Caitlan Coleman, secuestrada junto a su marido Joshua Boyle durante cinco años en Afganistán, afirma que no sabían cuándo regresarían a casa y rebate la versión oficial sobre su cautiverio y rescate.

Caitlan Coleman y Joshua Boyle, con dos de sus hijos, en un vídeo publicado en internet por los talibanes Reuters

ABC

Caitlan Coleman , la estadounidense de 31 años que dio a luz a sus tres hijos mientras se encontraba secuestrada por la red protalibán Haqqani, ha roto su silencio para contradecir las declaraciones que se vienen realizando en torno al cautiverio de la familia y el día de su rescate . Además, explica que decidieron tener a los niños en gran medida por su deseo de tener «una familia amplia» y no saber cuándo regresarían a casa.

«Pakistán dice que nunca estuvimos en Pakistán hasta el final. Estados Unidos que siempre estuvimos en Pakistán, que era la responsabilidad de Pakistán. Pero ninguno de ellos dice la verdad», asegura en su primera entrevista a un medio de comunicación desde que la pareja fue rescatada hace dos semanas, concedida al diario canadiense « Toronto Star ».

En ella aporta nuevos detalles acerca de este caso que atrajo la atención internacional y desató numerosas especulaciones por una serie de incógnitas, que la entrevista tampoco llega a despejar completamente.

Coleman fue secuestrada junto con su marido, el canadiense Joshua Boyle , en octubre de 2012 en Afganistán. Permanecieron retenidos durante cinco años por la red Haqqani, vinculada a los talibanes, antes de su dramático rescate por las fuerzas pakistaníes. Ella estaba embarazada cuando fue capturada.

Hasta sus declaraciones con el «Toronto Star», Coleman ha rehuido los focos, con la excepción de unos correos electrónicos a un periódico de su localidad de origen acerca de sus recuerdos de la infancia en Pensilvania. «No he olvidado a los grandes amigos y buenos tiempos, ni siquiera ahora», escribió para el « York Daily Record ».

Retenidos en Afganistán y en Pakistán

Su marido, de 34 años, sin embargo, empezó a hablar solo unas horas después de aterrizar en Toronto , asegurando a los periodistas en el aeropuerto que su mujer había sido violada y una de sus hijas asesinada.

Aunque Coleman advierte de que no está preparada para revelar todos los aspectos de su secuestro, sí afirma con rotundidad que estuvieron retenidos tanto en Afganistán como en Pakistán y que las declaraciones de Washington e Islamabad de que fueron rescatados el 11 de octubre tras cruzar la frontera son falsas. «Nosotros no estábamos cruzando a Pakistán ese día. Habíamos estado en Pakistán durante más de un año en ese momento», sostiene.

Su declaración confirma lo que la pareja había sugerido en cartas y vídeos emitidos por sus captores como «pruebas de vida». Coleman dijo que ella había sido «deshonrada» delante de sus hijos y Boyle escribió vagamente de la interrupción de un embarazo.

«Forzaron el aborto en represalia por la negativa de Joshua de unirse a ellos y trabajar con ellos»

Coleman dice ahora que el aborto forzado tuvo lugar en represalia por la negativa de Boyle a la pretensión de Haqqani de reclutarlo para la red. «Estaban muy enfadados, porque habían pedido a Joshua unirse a ellos, trabajar para ellos, y él se negó», afirma. «La mataron poniendo grandes dosis de estrógeno en la comida». Altos niveles de estrógeno en un embarazo puede forzar la interrupción y Coleman asegura que una vez que ella perdió a su bebé, a quien la pareja había llamado «Martyr» (Mártir), los secuestradores se jactaron de lo que habían hecho. Los talibanes emitieron la pasada semana una declaración en la que rechazaban esa aseveración, asegurando que ella había abortado de forma natural.

Coleman sostiene que la pareja mantuvo en secreto sus otros dos embarazos, y Boyle asistió al parto con una linterna mientras ella daba a luz con dolor.

No revela si se ha convertido al islam

Coleman habló al «Toronto Star» el pasado lunes en el recinto del hospital infantil de Ottawa de Ontario oriental, mientras su marido cuidaba de sus hijos de cuatro y dos años. Sus tres niños, incluyendo su bebé de meses, que dormía en su regazo durante la entrevista, se han sometido a revisiones en el hospital y se están adaptando a la vida en libertad tras su cautiverio, que incluye viajes al patio de la propiedad. Coleman también ha estado recibiendo atención médica, pero asegura que se está recuperando.

Durante la entrevista, a veces se reía por lo ridículo de un recuerdo, explica el periódico canadiense. En otras ocasiones, se quedaba callada o simplemente decía «sin comentarios». Sigue llevando un hijab desde que regresó a Canadá, pero declinó decir si se había convertido al islam o no.

Asegura que es consciente de las críticas en las redes sociales y en otros lugares, en las que se les acusa a ella y Boyle de inconscientes por viajar a Afganistán mientras estaba embarazada y luego quedándose embarazada tres veces más en cautividad.

«No sabíamos si tendríamos la oportunidad (de tener hijos) cuando volviésemos»

«Es una decisión que tomamos. Nosotros pensamos y hablamos sobre ello, y es difícil de explicar todas las razones, pero, para mí, en gran parte fue por el hecho de que siempre ha sido importante para mí tener una familia amplia», asegura. «Esto nos quitó la vida, este cautiverio sin final a la vista. Y entonces yo sentía que era nuestra mejor opción en ese momento. Nosotros no sabíamos si tendríamos la oportunidad cuando volviésemos. No sabíamos cuánto duraría. No tenía ya precedentes, por lo que no podíamos decir, “solo estaremos aquí un año o seis meses”».

El deseo de la pareja de hablar tan pronto tras su terrible experiencia es parte de lo que hace esta historia única, junto con el hecho de que Boyle estuvo antes casado con Zaynab Khadr, hermana del antiguo preso en Guantánamo Omar Khadr. El canadiense Colin Rutherford, puesto en libertad en enero de 2016 tras cinco años en cautividad, aún no ha hablado en público de su secuestro. Amanda Lindhout, que permaneció 460 días retenida en Somalia antes de su liberación en 2009, escribiría con el tiempo un «best seller» y daría charlas sobre su supervivencia. Pero ella estuvo hospitalizada y se sometió a una terapia intensiva, que aun hoy continúa, muchos años antes de hablar abiertamente. Coleman dice que espera que hablando pueda contribuir a moderar el politiqueo que está moldeando la narrativa de su secuestro y rescate.

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