El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, sonríe tras conocer su victoria en las elecciones de la Cámara Alta japonesa
El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, sonríe tras conocer su victoria en las elecciones de la Cámara Alta japonesa - REUTERS

Abe avanzará en la reforma de la Constitución pacifista de Japón tras su victoria en la Cámara Alta

La coalición gobernante alcanza una mayoría de dos tercios, como ya tiene en la Cámara Baja, y puede plantear el cambio de la Carta Magna, que necesitará un referéndum

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La victoria del primer ministro Shinzo Abe en las elecciones a la Cámara Alta de Japón, celebradas este domingo, le permite avanzar en su ansiada reforma de la Constitución pacifista del país. Con la mitad de sus 242 escaños en liza, la coalición formada por el Partido Liberal Democrático (PLD) y el grupo budista Nuevo Komeito se hizo con 69 asientos, según el recuento oficial. Junto a los siete escaños de otras fuerzas políticas que también apoyan el cambio, se suman a los 88 diputados que ya conformaban antes este bloque partidario de la reforma. En total, sus 164 escaños actuales rebasan la exigida mayoría de dos tercios, que el Gobierno ya tiene en la Cámara Baja, para plantear una revisión de la Carta Magna y relanzar así el papel militar de Japón.

Pero seguirá necesitando un referéndum y buena parte de los japoneses se opone a renunciar a su pacifismo.

Impuesta por Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial para evitar otra contienda, la Constitución nipona renuncia en su artículo número 9 a llevar a cabo operaciones militares en el extranjero que no sean de estricta autodefensa. De hecho, el Gobierno tuvo que reinterpretar dicho punto en 2003 para permitir que 600 soldados nipones acudieran en misión de paz a Irak.

Argumentando el ascenso de China y la amenaza de Corea del Norte, Abe aboga por modificar este apartado de la Constitución para otorgarle a Japón el derecho a la «defensa colectiva», lo que le permitiría ayudar militarmente a un aliado – léase Estados Unidos en el Pacífico – aunque su territorio nacional no se viera atacado.

Con el fin de no ahuyentar a la opinión pública, que ha votado pensando más en la economía que en la política de defensa, Abe ha mantenido en segundo plano la reforma de la Carta Magna y ha hecho campaña basándose en su programa de multimillonarias inyecciones de dinero público para relanzar el alicaído consumo. Mientras se contaban los votos, volvió a mostrarse comedido sobre los cambios constitucionales en una entrevista en la televisión. «Tengo todavía dos años como presidente del PLD y este es un objetivo de nuestro grupo que quiero abordar con calma», señaló el primer ministro, quien prometió seguir adelante «de forma total y agresiva» con su política de estímulos millonarios y tipos de interés cero para revitalizar la estancada economía.

Desde China, que reclama a Japón los islotes Senkaku (o Daioyu en mandarín), un comentario de la agencia estatal de noticias Xinhua alertaba este lunes de que la victoria de Abe supone un «peligro para la estabilidad regional». «Con la Constitución pacifista en riesgo y el poder de Abe expandiéndose, esta militarización es alarmante para Japón y el resto de sus vecinos asiáticos porque no beneficiará a nadie», criticaba la tribuna de Xinhua, que sirve de altavoz a la opinión del régimen de Pekín.

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