Joshua Wong hace campaña en Hong Kong por su compañero de partido Nathan Law
Joshua Wong hace campaña en Hong Kong por su compañero de partido Nathan Law - EFE

El autoritarismo chino dispara el nacionalismo en Hong Kong

A las elecciones legislativas del próximo domingo concurren nuevos partidos que buscan la independencia

CORRESPONSAL EN PEKÍN Actualizado: Guardar
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Casi dos décadas después de su devolución a China, la antigua colonia británica de Hong Kong se juega buena parte de su futuro en las elecciones legislativas del próximo domingo. Procedentes de 40 partidos, un centenar de candidatos se disputan los 70 escaños del Parlamento local, divididos en circunscripciones geográficas, gremiales y en cinco asientos para concejales de distrito. En estos comicios, la tradicional división entre demócratas y afines al autoritario régimen de Pekín quedará soslayada por la irrupción de partidos localistas y nacionalistas que, en algunos casos, aspiran incluso a la independencia. Aunque China se comprometió en 1997 a respetar la semi-autonomía de este enclave y el principio de «un país, dos sistemas», sus cada vez mayores controles están rebelando a los hongkoneses, sobre todo a los jóvenes.

Por miedo a perder sus libertades, que siguen siendo mayores que en el resto de China, el nacionalismo está creciendo en esta rica y cosmopolita ciudad de 7 millones de habitantes, uno de los principales centros financieros y comerciales del mundo.

Partidos localistas

Tras la Revuelta de los Paraguas, que en 2014 sacó a la calle a decenas de miles de personas para exigir al Gobierno central pleno sufragio universal, han proliferado los partidos localistas. Entre ellos destaca Hong Kong Indígena, cuyo líder, Edward Leung, ha sido vetado junto a cinco candidatos de otras formaciones políticas por apoyar la independencia. Con este mismo ideario, el Partido Nacional de Hong Kong apuesta por abolir la Ley Básica y promulgar una nueva Constitución, mientras que otro grupo separatista aspira a que el Reino Unido vuelva a tomar el control como paso previo a la declaración de un Estado propio.

Fundado por el líder estudiantil Joshua Wong, uno de los cabecillas de la Revuelta de los Paraguas, el partido Demosisto propone un referéndum de autodeterminación en una década. «La gente de Hong Kong, y no solo los jóvenes, está preocupada por el futuro tras los 50 años de la devolución a China y la declaración de «un país, dos sistemas», que tiene como límite 2047. Como la situación se está deteriorando y nuestras libertades se han visto recortadas, pensamos que, después de esa fecha, China va a absorber a Hong Kong», alerta Joshua Wong en una conversación con ABC. Aunque evita mostrarse partidario de la independencia, anatema para el régimen de Pekín, apuesta por «decidir por nosotros mismos si podemos conseguir la democracia con China, si preferimos la fórmula de "un país, dos sistemas" o si es mejor alcanzar la plena soberanía».

Aunque Wong no puede concurrir a las elecciones al Consejo Legislativo (Legco) por tener menos de 21 años, Demosisto presenta como candidato a otro prominente líder estudiantil: Nathan Law. Al igual que otros partidos pro-democráticos, este grupo confía en beneficiarse del creciente malestar con China por los recientes problemas políticos, económicos y sociales.

Durante los últimos meses, la desaparición de cinco editores de libros críticos con Pekín, que luego reaparecieron en televisión confesando sus delitos, ha conmocionado a la sociedad hongkonesa. Como su rastro se perdió en extrañas circunstancias y luego aparecieron en China, donde colaboraron con la Policía, se sospecha que fueron secuestrados por agentes de Pekín.

Avalancha china

Junto a esta intromisión en la libertad de Hong Kong, destacan otros problemas derivados de la cada vez mayor presencia de chinos del continente. Por un lado están los rudos turistas que sacan de quicio a los refinados hongkoneses y, por otro, los porteadores que, al servicio de redes de contrabando, cruzan desde China para comprar artículos sin impuestos que venden más caros al otro lado la frontera. A ellos se suman los inmigrantes buscando una vida mejor y los ricos inversores chinos, que inflan aún más el sector inmobiliario.

Separadas además por el cantonés que se habla en Hong Kong y el mandarín del continente, entre ambas comunidades se abre una brecha que amenaza una convivencia llena de recelos. Según una revista de la Universidad de Hong Kong, el 61 % de los alumnos apoya la independencia. Y, en la última encuesta de opinión pública, más del 40 por ciento de los entrevistados se consideraba «solo hongkonés», frente al menos del 20 % que se definía «solo chino». El resto, algo menos del 40 %, afirma compartir ambas identidades y mantiene una actitud más moderada y pragmática, como era hasta ahora habitual en Hong Kong.

En ellos confía el régimen de Pekín, que observará la votación del domingo con mucha atención porque en marzo se celebrarán las elecciones a jefe ejecutivo de Hong Kong. Aunque las autoridades chinas han prometido el sufragio universal para dicha cita, un comité seleccionará a los candidatos, lo que avivará aún más el nacionalismo en Hong Kong.

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