El 75% de los franceses, hartos de la izquierda y la derecha tradicionales

Macron fue el primer beneficiario de esa «ola» de fondo con un programa «ni de izquierda ni de derecha»

Emmanuel Macron, presidente de Francia EFE
Juan Pedro Quiñonero

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Según varios estudios sociológicos concordantes, los franceses están hartos, muy cansados o cansados de las divisiones tradicionales entre «izquierda» y «derecha», esperando «nuevas alternativas».

La elección presidencial y las elecciones legislativas de los meses de mayo y junio pasados consumaron un cambio político muy profundo, pero todo sugiere que la «erosión» y el «cansancio» venían de años atrás.

Según un estudio del «Observatoire de la Démocratie» publicado por «La Revue Civique», el 75 por ciento de los franceses piensan que «hacer trabajar juntos a mujeres y hombres de izquierda y la derecha» es positivo para Francia. Ese porcentaje se eleva al 78 por ciento cuando se trata de tomar decisiones de carácter «local» o «regional».

Según el mismo estudio, el 50 por ciento de los franceses piensan que el enfrentamiento de las ideas de izquierda y derecha «ha dejado de tener sentido» , aunque un 44 por ciento estiman que la división izquierda/derecha no ha desaparecido y sí «tiene sentido».

Sea cual sea su sensibilidad, los franceses parecen «aspirar» a una vida cívica con menos enfrentamientos de fondo: el 60 por ciento piensan que «no es pertinente» el «antiguo» enfrentamiento izquierdaderecha, otro 66 por ciento rechazan a los partidos políticos «tradicionales» y el 77 por ciento esperan nuevas fórmulas de participación «directa».

A primera vista, el estudio sociológico del «Observatoire de la Démocratie» y «La Revue Civique» parece sugerir que Emmanuel Macron y su minúsculo partido, La République en marche..! (LREM), hasta el verano pasado, fueron los primeros beneficiarios de esa «ola» de fondo, proponiendo un programa «ni de izquierda ni de derecha», para gobernar a la derecha reformista.

Sin embargo, los mismos estudios sugieren que, en verdad, los franceses habían comenzado mucho antes a estar cansados de los equilibrios tradicionales.

Entre 2015 y 2016, cuando el socialismo era mayoritario en la Asamblea Nacional -siendo presidente François Hollande - y la derecha tradicional era percibida como «alternativa evidente», el PS y Los Republicanos (LR, el partido de Nicolas Sarkozy ) comenzaron a perder militantes de manera muy llamativa. Alain Duhamel , profesor de ciencias políticas, analizó entonces tal proceso comentando: «Parece irreversible el proceso de erosión y decadencia de los partidos políticos tradicionales».

El mes de febrero de 2016, quince meses antes de las presidenciales de 2017, Martial Foucault, director Cevipof (Centre de recherches politiques de Sciences Po) publicó un estudio en el que se afirmaba: «A partir de principios de los años 80, la crisis económica comenzó a engendrar una demanda de eficacia y competencia. Menos ideología y más eficacia. A partir de ahí las respuestas meramente ideológicas comenzaron a perder credibilidad. Los militantes no podían competir con los expertos, iniciándose entonces una demanda creciente de renovación».

Dos años más tarde, el «cansancio» o «hartazgo» cívico ante la retórica ideológica tradicional parece confirmar una demanda y exigencia de eficacia que viene de muy lejos y tiene raíces muy profundas.

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