Un vehículo conducido por un palestino atropella a un colono israelí
Un vehículo conducido por un palestino atropella a un colono israelí - reuters

Los «lobos solitarios» palestinos atacan con cuchillos y coches

«Se acuestan como ciudadanos y se levantan como terroristas», dice un diario israelí

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El conflicto en Tierra Santa recibió al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, con una nueva «jornada de la ira» convocada por los palestinos en la que Gaza y Cisjordania volvieron a teñirse de sangre. El reforzamiento de las medidas de seguridad por parte de Israel no logra frenar la oleada de protestas y ataques de lobos solitarios, que esta vez emplearon cuchillos, piedras y atropellos voluntarios para agredir a soldados y colonos.

El día comenzó con una nueva demolición por parte de Israel de la casa de la familia de Maher al Hashlamoun, miembro de Yihad Islámica que el año pasado mató a un colono cerca de Hebrón. Cada demolición genera protestas y esta vez acabaron con fuertes choques con el Ejército en Bet Dawwa en los que un joven palestino fue abatido después de intentar apuñalar a un soldado.

Otro lobo solitario también murió por disparos del Ejército en el cruce del bloque de colonias de Gush Etzion después de «atropellar de forma intencionada», según la Policía, a dos militares con su vehículo, del que bajó posteriormente para intentar acuchillarles. El tercer incidente mortal en Cisjordania se produjo de nuevo a las puertas de Hebrón, cuando un colono del asentamiento de Kiriat Arba tuvo que parar su coche debido a las piedras que le había lanzado un grupo de palestinos. Cuando bajó del vehículo fue arrollado por un camión. El conductor se entregó de forma inmediata a la policía palestina a la que declaró que fue un accidente y que su intención no era atropellar al colono.

Detenido un líder de Hamás

La inestabilidad se contagió un día más a Gaza donde cientos de jóvenes volvieron a marchar hacia la verja de separación con Israel. Un manifestante fue abatido por disparos del Ejército y otros cinco resultaron heridos de bala, lo que eleva a quince los muertos en la Franja desde el comienzo de la última escalada de violencia.

Israel se enfrenta a «una nueva amenaza, terroristas con tarjeta de identidad israelí que actúan por cuenta propia, sin un liderazgo y sin grandes preparativos, jóvenes que se acuestan como ciudadanos normales y se despiertan como terroristas», según la definición del analista Yossi Yehoshua en el diario Yediot Ahronot. Pese a esta falta de liderazgo, las fuerzas de seguridad israelíes detuvieron al jeque Hasán Yusef en Ramala. Cofundador de Hamás en los ochenta y con una vida marcada por sus entradas y salidas de la cárcel, Israel acusa al veterano líder islamista de «incitar a la violencia y promover ataques contra israelíes», pero para periodistas israelíes como Anshel Pfeffer, del diario Haaretz, se trata de una detención «populista y sin sentido que muestra la falta de opciones» de las fuerzas de seguridad para hacer frente a la actual situación, según colgó en su cuenta de Twitter.

Mientras que los palestinos aseguran que este último levantamiento tiene su origen en el deseo de los sectores ultranacionalistas judíos, ahora en el gobierno, de variar el statu quo en la Explanada de las Mezquitas y en los largos años de ocupación, el primer ministro Benjamin Netanyahu aprovechó el Consejo Mundial Sionista que se celebra en Jerusalén para rebatir este argumento. Netanyahu declaró que «cuando Barak era primer ministro construyó 5.000 viviendas, Sharon 1.900, Olmert 1.700 y yo una media de 1.500 por año. Los datos son los datos».

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