El líder liberal  Justin Trudeau, durante un acto de campaña en Calgary
El líder liberal Justin Trudeau, durante un acto de campaña en Calgary - reuters

Los liberales amenazan hoy el dominio conservador en Canadá

El desgaste de gobierno convierte las elecciones en un plebiscito sobre el primer ministro Harper

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Si Canadá ya tiene mucho en común con el Reino Unido, desde la soberanía compartida de la Reina hasta el sistema electoral mayoritario por distritos, las elecciones de hoy plantean a sus ciudadanos un desafío similar al que afrontaron los británicos (y también pronto a los españoles): si una razonable gestión económica es suficiente para ser reelegido. A algo más de 26 millones de votantes de uno de los países con menor densidad de población les corresponde decidir si Stephen Harper emula a Cameron y contradice las encuestas, o si el primer ministro sucumbe a la fuerza renovadora del liberal Justin Trudeau, quien llega con cinco puntos de ventaja en la peor de las proyecciones. El matiz que puede derrotar a Harper es que el desgaste acumulado en diez años de gestión ha convertido los comicios en un plebiscito sobre su persona, con la alta movilización del centro-izquierda que puede acarrear.

A ello se suma un 2015 enrevesado por la caída de los precios del petróleo.

Los 76 días de campaña electoral pasarán a la historia del gran país norteamericano por el gran vuelco que han dado las encuestas, lo que precisamente obliga a los expertos demoscópicos a ser especialmente cautelosos sobre el resultado final. En dos meses y medio, los tres partidos nacionales importantes han logrado liderar los sondeos: primero fueron los conservadores, después los socialdemócratas de Thomas Mulcair y, en las últimas semanas, se ha encaramado el hijo de quien fuera primer ministro en los años 70 y considerado el Kennedy canadiense, Pierre Trudeau.

Harper, duramente criticado

Los analistas creen que pese a su agresiva recta final, al conservador Harper se le ha hecho larga la campaña. El actual primer ministro ha sido duramente criticado por los dos partidos de centro-izquierda, que le acusan de una restrictiva política de inmigración y de recentralizar un país que los liberales hicieron más federal al calor de las demandas secesionistas de Quebec. Pero en los últimos días, Harper ha replicado con toda su artillería, para intentar convertirse en el primer gobernante en un siglo que suma cuatro mandatos consecutivos. Su principal argumento ha puesto en jaque la capacidad de un líder liberal de 43 años sin experiencia de gestión y con siete años de parlamentario como único bagaje político.

Los canadienses votan hoy una cámara de 308 representantes, elegidos por mayoría de otros tantos distritos electorales. Para explicar el espectacular impulso que han registrado en poco tiempo los liberales, conviene recordar que en 2011 fueron la tercera fuerza, con sólo un 18,9% del voto (y apenas 34 escaños), por la penalización del sistema mayoritario), frente al 39,6% de los conservadores (166) y al 30,6% de los socialdemócratas (103).

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