Isaac Herzog, el pasado 12 de marzo en un acto de campaña
Isaac Herzog, el pasado 12 de marzo en un acto de campaña - REUTERS
Elecciones Israel 2015

Isaac Herzog no consigue alcanzar las expectativas de las encuestas

Dirigente del Partido Laborista israelí desde 2013, Herzog ha sabido reconducir la formación tras años de caída libre, pero finalmente no ha conseguido que su formación fuera el partido más votado en los comicios

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Isaac Herzog no ha logrado mantener las grandes expectativas creadas en torno a su figura en las urnas. Dirigente del Partido Laborista israelí desde 2013, pese a que durante la jornada electoral llegó incluso a proclamarse «vencedor», finalmente logró tan solo 24 escaños, por debajo de los 30 del Likud, la formación del primer ministro Benjamín Netanyahu. No obstante, consiguió durante la campaña el enorme logro de resucitar el alicaído laborismo israelí, en caída libre desde 1999.

El líder laborista no destaca por ser un político carismático, ni tener un glorioso pasado militar. No obstante, supo atraerse a su plataforma electoral a Tzipi Livni, líder del centrista Hatnuá, tras su destitución en diciembre por Netanyahu como titular de Justicia y jefa negociadora con los palestinos.

«Mi objetivo más importante es reemplazar a Netanyahu. Trato de ganar y ganaré, seré el próximo primer ministro y no existe otra opción», afirmaba recientemente en un encuentro con medios extranjeros, repitiendo un mantra que las redes sociales han satirizado hasta la saciedad y convertido en viral.

Los sectores más radicales lo han caricaturizado luciendo «kufiya» por sus declaraciones a favor del diálogo con los palestinos, y suele aparecer en un popular programa televisivo como un niño que se arropa detrás de Livni, parodiado con su característica voz algo nasal.

Sus detractores lo tachan de pusilánime y de no gozar de experiencia en materia de seguridad, por lo que no habría de confiarse en él -ni en Livni- en situación de guerra.

Un «príncipe»

No obstante, Herzog goza de unas credenciales sin las cuales nunca habría llegado a estar tan cerca de saborear el triunfo. Este abogado de 54 años pertenece a un linaje que aglutina aristocracia política, religiosa y militar, lo que le convierte en un «príncipe».

En las últimas semanas se había esforzado por sacar pecho y presentar su genealogía familiar como seña de identidad propia en el terreno político, mientras que intenta acallar las críticas sobre su flaco perfil militar aduciendo que ha sido miembro del gabinete de seguridad en siete ocasiones y que, con Livni, ambos suman 15.

Nacido en Tel Aviv en 1960, es nieto del primer gran rabino de Israel, Isaac Halevi Herzog; hijo de Haim Herzog, general y jefe en dos ocasiones de la inteligencia militar además de sexto presidente del Estado, y sobrino del mítico ministro de Exteriores Abba Eban.

Con orígenes irlandeses y polacos por parte de padre, la familia materna de ascendencia rusa y establecida en Egipto se vio forzada a emigrar a Israel, habiendo sido su abuelo ingeniero del Canal de Suez.

Su madre Ora, pionera medioambiental, y una tía, fueron las responsables del apodo «Buyi», resultado de la mezcla de la palabra 'muñeco' en hebreo y francés.

No sin cierto grado de timidez, reveló que ese secreto familiar fue destripado por Ehud Barak, el último jefe de Gobierno laborista en Israel (1999-2001) para quien sirvió como secretario.

Diputado desde 2003, Herzog ha sido ministro en cinco ocasiones entre 2005 y 2011, desempeñando carteras como Asuntos Sociales, Turismo, Construcción o Diáspora y Lucha contra el Antisemitismo.

Residente en el mismo barrio que le vio nacer de Tel Aviv, estudió en las universidades de Cornell y Nueva York cuando su progenitor era embajador de Israel en la ONU.

A su regreso en 1978, se alistó al Ejército graduándose como mayor en el cuerpo de inteligencia, antes de estudiar derecho en Tel Aviv y trabajar en un prestigioso bufete fundado por su padre.

Su postura para la paz

Casado y padre de tres hijos, este político impulsa una agenda social y el diálogo con «nuestros vecinos», como suele calificar a los palestinos.

La reunión más sonada con su presidente, Mahmud Abás, se produjo en Ramala tras hacerse con las riendas del Partido Laborista en 2013, en la que mostró su apoyo a la solución de dos estados.

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