Los sobornos del África Subsahariana

En países como Sierra Leona, Liberia o Kenia, el pago de sobornos se presenta como uno de los grandes problemas de las instituciones de Gobierno

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«No te preocupes, es solo para evitar evitar problemas» (...) «Venga, una ayuda nada más para acelerar el trámite». En los últimos tiempos, estos discursos se han convertido en una dinámica casi habitual a la hora de lidiar con instituciones gubernamentales en gran parte del África Subsahariana.

Gracias (o en desgracia) a ello, el conocido como «Kitu kidogo» («algo pequeño», en swahili) resulta en ocasiones más barato que enfrentarse al imperio de la ley en países como Kenia.

Y el problema no es menor. En términos geográficos, al menos una de cada dos personas pagó sobornos a cargos públicos en el último año en el África subsahariana, según denunciaba el último informe de Transparencia Internacional (TI).

El Barómetro Global de la Corrupción –una encuesta realizada entre más de 114.000 personas en 107 países– se centra en conocer las causas de los soborno administrativos, las percepciones que se tiene de las instituciones públicas, así como jerarquizar las organizaciones que mayor confianza despiertan en su lucha contra la corrupción.

Y entre los países que cuentan con mayor incidencia en el pago de sobornos: Sierra Leona (84%), Liberia (75%) y Kenia (70%).Precisamente, en este último Estado, el 95% de los encuestados asegura que la Policía es una organización «corrupta», mientras que el 58% desconfía del órgano judicial. De igual modo, siete de los nueve países más corruptos a nivel mundial se encuentran en el África subsahariana.

«Los gobiernos deben asegurar que haya instituciones fuertes, independientes y con recursos adecuados para prevenir y sancionar la corrupción. La ciudadanía paga el precio cuando estas instituciones clave se ven debilitadas», reconocía Huguette Labelle, presidenta de Transparencia Internacional.

Desde una perspectiva global, el estudio mostraba que el país menos corrupto de la región era Ruanda. Aquí, el número de personas que pagaron un soborno en servicios gubernamentales era relativamente bajo (13%). En la vecina Uganda, por ejemplo, era el 61%.

¿La esperanza? También en forma de cifra: el índice de ruandeses que creen que los ciudadanos pueden marcar la diferencia en la lucha contra la corrupción es casi absoluto (97%), por el 40-60% que opina lo mismo en Etiopía, Zimbabue, Burundi o Nigeria. Mientras, habrá que seguir lidiando con el «kitu kidogo».

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