Obama y Xi Jinping durante una conferencia de prensa en Pekín
Obama y Xi Jinping durante una conferencia de prensa en Pekín - reuters

China le muestra a Estados Unidos que ya no es la única superpotencia

Xi Jinping aboga por un «nuevo tipo de relaciones» entre los dos gigantes y demuestra la pujanza de Pekín ante un Obama crepuscular

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Gracias a los acuerdos alcanzados y a su espectacular organización en Pekín, la recién concluida cumbre de los países de Asia-Pacífico ( APEC) ha supuesto un indudable éxito diplomático para China. Además de marcar la «hoja de ruta» para avanzar hacia el libre comercio en la región, el régimen de Pekín ha firmado un acuerdo para eliminar los aranceles con Corea del Sur y otro similar en productos tecnológicos con Estados Unidos, que también ha accedido a prolongar sus visados de estudios y negocios. Deslumbrando a la veintena de países invitados, China los ha acogido en un gigantesco complejo construido expresamente para este evento a orillas de un lago a una hora y media de Pekín. Y, aprovechando las instalaciones de los Juegos Olímpicos, como el Estadio «El Nido» y el «Cubo de Agua», China volvió a lucirse con un montaje de fuegos artificiales que encandiló a sus huéspedes, convenientemente ataviados para la ocasión con el típico traje «Mao».

Bajo las explosiones de colores, el presidente Xi Jinping ejercía de perfecto anfitrión entre sus homólogos de EE.UU., Barack Obama, y Rusia, Vladímir Putin, al tiempo que reclamaba para su país el lugar que le corresponde no ya como nación emergente, sino como superpotencia que se quiere medir en pie de igualdad con EE.UU. Desde su nombramiento, Xi Jinping ha demostrado un liderazgo del que carecía su antecesor, el gris Hu Jintao, tanto en la política exterior como en la doméstica. Además de consolidar su poder con una contundente campaña anticorrupción que está barriendo a sus rivales y sacudiendo los pilares del régimen, Xi ha relanzado el papel internacional de China.

Buena prueba de ello es, además de esta cumbre, el banco de desarrollo fundado en julio por los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que supone una alternativa a la hegemonía occidental en las finanzas a través del Fondo Monetario Internacional (FMI). Reviviendo los tiempos de la Guerra Fría, Xi y Putin se aliaron en mayo en la Conferencia de Seguridad de Shanghái para hacer frente a la presión de EE.UU. y la UE sobre Moscú por su apoyo a los rebeldes secesionistas en la guerra de Ucrania.

¿Compartir liderazgo?

Aunque Xi Jinping asegura que quiere mantener con la Casa Blanca un «nuevo tipo de relaciones entre grandes potencias» para evitar el enfrentamiento, no ha dudado en lucir músculo militar en las islas disputadas con Japón y Vietnam, ha potenciado el ciberespionaje y ha acusado a fuerzas extranjeras de estar detrás de las protestas prodemocráticas de Hong Kong. Todo, con tal de que China haga frente a la hegemonía de EE.UU. en un mundo cada vez más multipolar.

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