Gran Capitán: la histórica gesta del héroe que aplastó a la élite de la caballería francesa

Gonzalo Fernández de Córdoba fue uno de los precursores de los míticos Tercios españoles

"El Gran Capitán" de Augusto Ferrer Dalmau Augusto Ferrer-Dalmau
Manuel P. Villatoro

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Gonzalo Fernández de Córdoba . Los hitos militares del «Gran Capitán» resuenan todavía en una España que empezó a apuntalarse de la mano de Fernando el Católico, el mismo monarca con el que el soldado se carteó de forma secreta en el siglo XVI. Nacido en 1453, este oficial fue el presente y el futuro de los ejércitos de la época. No en vano es considerado por múltiples historiadores como el genio que logró superar con sus infantes a los carros de combate de aquellos años: los temibles caballeros acorazados franceses. El suyo fue, por tanto, el triunfo de agilidad moderna sobre la pesadez medieval.

El «Gran Capitán» comenzó sus días como «adalid de la Frontera» (capitán) en la Corte de los Reyes Católicos. Gonzalo no tardó en demostrar sus capacidades fuera de palacio. Su primera campaña destacada fue la Guerra de Granada, una contienda iniciada en 1482 mediante la que aquella primitiva España buscaba hacerse con el último reducto musulmán de la Península Ibérica. En esta época combatió al frente de una unidad de «lanzas» (caballería pesada equipada con gruesa armadura) de la casa de Aguilar. A nivel militar, su espada fue clave para tomar fortalezas como la de Setenil o la de Montefrío. Sin embargo, también fueron destacables sus negociaciones para lograr la rendición del reino nazarí.

Tras la contienda en la Península, en 1495 se embarcó en dirección a Italia con el objetivo de defender la región de los invasores franceses. Su mando fue un éxito, pues logró acabar con los enemigos ubicados en Calabria y entrar en Nápoles como vencedor allá por 1496. De hecho, fue entonces cuando empezó a ser conocido como el «Gran Capitán». Sus victorias llevaron a la firma de la paz entre los contendientes. Al menos por un tiempo. Y es que, en 1502 los vientos de guerra soplaron de nuevo y el enfrentamiento volvió a reanudarse cuando los galos se dispusieron a tomar Reame.

En el marco de esta nueva lucha se libró la batalla de Ceriñola (28 de abril de 1503), en la que Gonzalo logró detener a la letal caballería pesada francesa fortificando de forma revolucionaria el campo de batalla y ubicando a sus arcabuceros y espingarderos en primera línea. La victoria significó el comienzo de la supremacía de la infantería sobre los jinetes. Una tendencia que llegó a su cenit décadas después en Pavía (1525).

A pesar de sus victorias, las envidias terminaron apartando a Gonzalo Fernández de Córdoba del campo de batalla. A su vez, las suspicacias entre los mandos y las malas palabras por la espalda llevaron a Fernando el Católico a solicitarle un registro de gastos para garantizar que no había malgastado ni una sola moneda en campaña. Como respuesta, el militar le hizo llegar las conocidas como «Cuentas del Gran Capitán», en las que cargaba contra el monarca por «pedir cuentas al que le ha regalado un reino». Posteriormente fue apartado de Nápoles y se vio obligado a pasar sus últimos días en España. Aunque, eso sí, después de haber demostrado el valor de la infantería y las armas de fuego individuales. Murió en 1515.

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