El desconocido legado de María de Zayas, «la pícara del Siglo de Oro» que sembró los pilares del feminismo

Durante el siglo XVII las damas destacaban poco más que un mueble, por lo que la escritora denunciaría la exclusión cultural e intelectual de las mujeres a través de su literatura erótica

María de Zayas C.C
Eugenia Miras

Esta funcionalidad es sólo para registrados

«Y así, por tenernos sujetas desde que nacemos, vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con los temores de la honra, y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas, y por libros almohadillas», expresó María de Zayas , olvidada escritora ilustre del Siglo de Oro español ; quién se rebeló contra la sociedad represiva masculina. Iniciando los preámbulos del feminismo para exigir el derecho a la educación, acceso a la cultura y la expresión a través de la misma.

Esta heroína, María de Zayas, puso patas arriba a todo un sistema dominado por el miedo a «Dios padre castigador» ; ventilando una nueva identidad femenina a través de su literatura picaresca. Su obras se reimprimían con éxito gracias no sólo al desenfado de su prosa -la cual defendía, sencilla y lejos del complejísimo «querer decir» de los literatos barrocos -, hasta que en el siglo XVIII la Santa Inquisición decidió censurarla. Sin embargo, otras grandes escritoras como Emilia Pardo Bazán rescatarían el trabajo de esta mujer -a quien consideró como la gran picaresca del Siglo de Oro - injustamente olvidada, para colocar nuevamente los pilares del feminismo y continuar en este doloroso camino a la libertad.

El encierro despótico

Ni siquiera eran dignas de ser miradas; escondidas tras las celosías y olvidadas por las mentes de sus esposos, las mujeres estaban condenadas a la muerte en vida.

Emilia Pardo Bazán ABC

La autora Ángeles Caso relató en su libro «Las olvidadas» (Editorial Planeta) la mirada del exterior, que hallaba en la España del Siglo de Oro; esa profunda impotencia por las féminas, que sin importar su condición social, estaban aisladas incluso de sus propias mentes. «La presión que el sexo masculino ejercía contra la mujer se había hecho probablemente más intensa que nunca en aquella España del Siglo de Oro, que vivía a caballo entre el breve esplendor del Imperio y la cada vez más visible decadencia, y que se había entregado en cuerpo y alma a una intensa devoción católica», expresó Caso.

Según relata, el papel social de la mujer estaba condicionado por la desconfianza, pues en ellas residía la responsabilidad de la honra familiar ; mas no en la libertad de ser, si no en las formas no expresadas. Las contadas veces que ponían un pie fuera de sus prisiones existenciales, lo hacían guardadas por un séquito de veladores; quienes se encargaban de que aquella absurda rectitud no se viera comprometida bien en el baño, en la charla íntima con una amiga, o bien por no hablar del goce de los pies descalzos sobre el campo. Es decir, el libre albedrío era impensable.

«La presión que el sexo masculino ejercía contra la mujer se había hecho probablemente más intensa que nunca en aquella España del Siglo de Oro, que vivía a caballo entre el breve esplendor del Imperio y la cada vez más visible decadencia»

Y no se diga sobre nada sobre las ventanas en dichos escenarios femeninos. De ahí los antiguos dichos populares acerca de la moralidad de las damas al asomarse, o siquiera reposar el brazo en el alféizar. Recitarlo sería un poco sórdido, incluso a día de hoy puede sonar gracioso, sin embargo queda muy tristemente entendida la virtud perdida en respirar el aire del albor.

Francisco de Quevedo ABC

Y aunque el Siglo de Oro español se caracteriza por la extraordinaria producción literaria, arquitectónica y plástica , el cual merece el reconocimiento histórico; si miramos detrás del telón estaremos frente a una época en la que la mujer no tenía acceso al aprendizaje , a la cultura y mucho menos al derecho de expresarse a través de ésta. Pero sin embargo, hubo una heroína, que retaría a los más ilustres del barroco como Francisco de Quevedo cuando este expresó: «Las mujeres son hechas para estar en casa no para andar vagando. Sus gustos han de ser los de sus maridos, participados, no propios. El llevarlas a las fiestas mueve tal vez al que las ve, si son feas, a desprecios; si hermosas, a concupiscencia».

La picardía censurada

María de Zayas Sotomayor destacó por su intensa producción de novelas cortas , las cuales fueron bienvenidas durante el siglo XVII hasta que la Iglesia las consideró inapropiadas, censurando a una ilustre de la época.

En el marco histórico del barroco, la mujer no tenía acceso al aprendizaje ni a la cultura, y mucho menos al libre albedrío; pues la virtud quedaba a la merced de la perdición

A lo largo de su obra la célebre escritora se centra en el papel femenino y las cadenas que sostienen a una figura cuasi invisible y maltratada. Sin embargo las armas de María de Zayas se afilan en la picardía, el erotismo y desparpajo en la utopía de aquella época de la liberación de la mujer –razón por la que la Santa Inquisición se sintió obligada a velar por la rectitud y moral; y que aún se estigmatiza sin la presión de las diferentes órdenes religiosas-. No obstante, de Zayas no despreciaba ni al hombre ni a su herencia artística e inteletual, permitiendo el engrandecimiento de sus iguales. María se empaparía de cada uno de esos maravillosos autores para su educación autodidacta; y uno de ellos sería nuestro honorable Miguel de Cervantes .

María de Zaya llevó su denuncia a la literatura, a todos, sin distinción; gracias a su estilo sencillo y lejano a las complicaciones estilísticas del barroco

Como esta heroína de pluma y papel abogaba por la in clusión cultural de la mujer , destacó frente a sus contemporáneos por la sencillez narrativa de su obra. Lo importante era invitar a la lectura; y qué mejor que la amenidad y la soltura envolvente de su prosa.

Ella había afirmado en una ocasión: «Lo demás, es una sofistería en que han dado los escritores por diferenciarse de los demás y dicen a veces cosas que ellos mismos no las entienden. ¿Cómo las entenderán los demás sino en diciendo (como algunas veces me ha sucedido a mí) que, cansado el sentido por saber qué quiere decir, y no sacando fruto de mi fatiga, digo: «Muy bueno debe de ser, pues que yo no lo entiendo".»

Los preámbulos del feminismo

A través de la «falta de virtud» de las protagonistas de sus libros, hace un llamado a ambos géneros, invitándolos a dar tregua a las hostilidades de género; que iniciaban en las limitaciones a las que estaban sometidas como seres humanos primeramente.

El acceso a la educación es vital, no obstante en aquella época era un asunto bizarro y peligroso. Pues, ¿para qué querría una dama el entendimiento y las herramientas de crecimiento personal?. Por ello la pícara del Siglo de Oro denuncia la negativa dada a la mujer en su desarrollo intelectual.

Siendo así, mucho antes de los primeros movimientos de emancipación femenina , de las movilizaciones por nuestros derechos y de lo que somos hoy las mujeres, se lo debemos a la prosa de María de Zayas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación