Medallón a Pedro Ciruelo en la Antigua Facultad de Medicina de Zaragoza
Medallón a Pedro Ciruelo en la Antigua Facultad de Medicina de Zaragoza - wikimedia
Refranes

El tonto maestro Ciruela y el listo Ciruelo

No sabía leer y puso escuela, reza un popular dicho con el que se censura a quien habla sin saber mientras que el segundo alude a un ilustre matemático español del siglo XVI

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Nada tienen que ver las ciruelas con este popular dicho «Como el maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela» del que ya José María Sbarbi y Osuna (1834-1910) da cuenta en su «Gran diccionario de Refranes».

«El vulgo dice el Maestro Ciruela, fundado quizá en el sonsonete, pues a mi juicio no hay semejanza alguna entre la enseñanza y los ciruelos», señala el ilustre filólogo español que no descarta que hubiera existido en la localidad de Siruela, en Badajoz, «algún dómine de aquellos antiguos (o moderno, relativamente) que por su "ciencia" hubiese originado el refrán que nos ocupa».

Sería, por tanto, «un dicho corrompido», a juicio de José María Iribarren. El maestro Ciruela habría sido en un principio el maestro de Siruela, aunque no hay registro en la localidad pacense que hable de tal profesor.

Así lo nombra Antonio Rodríguez Moñino en su libro «Dictados tópicos de Extremadura» (1931), que añade variantes del dicho como «el maestro de Algodor, que no sabía leer y daba lección» o «el maestro del Campillo, que no sabía leer y tomaba niños».

El erudito Pedro Ciruelo

Distinto es el dicho del maestro Ciruelo, en masculino, que da cuenta de los conocimientos de alguien, como aquel de Lepe. Saber más que el maestro Ciruelo debe su origen a la notoriedad que alcanzó Pedro Sánchez Ciruelo, el más célebre de los matemáticos españoles del Renacimiento, según señalan Margarita Candón y Elena Bonnet en «A buen entendedor...»

Nacido en Daroca (Zaragoza) hacia 1470, estudió en su localidad natal y posteriormente en Salamanca y en París, donde se doctoró en Teología y fue profesor de matemáticas. Pedro Ciruelo fue preceptor de Felipe II y catedrático de Teología de la Universidad Complutense. Entre sus muchas e importantes obras, destaca el «Cursus quatuor mathematicarum... » (Alcalá, 1516).

Los estudiosos no se ponen de acuerdo en la fecha de la muerte en Salamanca de este erudito (1550?) que sabía también de humanidades, filosofía, astronomía, música, historia... y al que de forma irónica se alude cuando alguien llama «ciruelo» a alguien necio o incapaz, según Candón y Bonnet.

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