Hillary Clinton durante un mitin

TwitterEl precio de cortarse el pelo para Hillary Clinton

La favorita demócrata para el tráfico en la Quinta Avenida para dejarse 600 dólares en un corte de pelo antes de subir a Harlem y pedir el voto de la clase media

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando abrió su cuenta de Twitter en abril de 2013, Hillary Clinton utilizó para su biografía la larga lista de «ocupaciones» que han definido su vida: «esposa», «madre», «activista», «senadora», etcétera. Con un toque de humor, también incluyó la de «icono del pelo». Su cambiante estilismo capilar -melena en los hombros, estirado para atrás con coleta, diademas imposibles, corto y corporativo, hinchado de laca- ha sido diseccionado desde los tiempos en que era la Primera Dama de Arkansas. Su estancia en la Casa Blanca, sus mandatos como senadora y secretaria de Estado y su actual carrera por llegar a la presidencia le han convertido en la mujer más influyente de EE.UU. Y ninguna de sus decisiones, tampoco las de su pelo, pasan desapercibidas.

Mantener la cabellera a raya también le puede traer algún disgusto. Esta semana, «Page Six» publicó que la favorita demócrata se habría gastado 600 dólares en Bergdorf Goodman, unos grandes almacenes de lujo en la Quinta Avenida de Nueva York, vecinos al Hotel Plaza. El diario sensacionalista aseguraba que la corte de vehículos de asistentes y seguridad que acompaña a Clinton bloqueaba el tráfico. Ocurría en la mañana del miércoles, antes de que la candidata presidencial tomara rumbo Norte hacia Harlem, donde dio un mitin político en el célebre teatro Apollo. El dispendio en peluquero no encaja bien con el discurso de Clinton, dirigido a una clase media en apuros, a la América trabajadora que ha visto sus salarios estancados desde hace una década mientras la elite financiera campa a sus anchas. Clinton defendió la igualdad salarial entre mujeres y hombres, la ampliación de los programas de guarderías infantiles, la introducción de una baja maternal obligatoria y el aumento del salario mínimo.

Si su peluquero tuviera el sueldo mínimo que exige Clinton -12 dólares por hora-, su trabajo esa mañana habría equivalido a 50 horas delante del espejo con la cabellera rubia de la candidata. Pero su estilista es John Barrett, con una peluquería exquisita en el último piso de Bergdorf Goodman, con unas vistas fantásticas a Central Park, un libro de visitas plagado de famosas y que cobra 600 dólares por corte de pelo (y otro tanto si aplica color).

Al parecer, no es la primera vez que acude a las tijeras de Barrett. Ya lo hizo en julio del año pasado, cuando también «Page Six» reveló una visita a Bergdorf Goodman. Fue unos meses antes de que Donald Trump, el favorito del bando republicano en las primarias, en su habitual estilo faltón, utilizara el cabello de la ex secretaria de Estado para lanzarle un ataque. Clinton había ejecutado su enésimo cambio de «look», con una melena corta y de gran volumen. En la radio, un entrevistador sugirió a Trump que quizá era una peluca y el multimillonario le dio la razón: «Mira, fue sorprendente verlo, tienes razón, debe serlo, es enorme. Su pelo es ahora enorme».

Trump está harto de escuchar teorías sobre cuánto de verdadero es su famoso tupé anaranjado y en otro momento de la campaña Hillary se sacudió las preguntas sobre el pelo del republicano con mucho más gusto. «Mira, se han dicho muchas cosas sobre mi pelo durante años. Así que entiendo por lo que está pasando Donald», bromeó antes de confesar sobre su propia cabellera: «El pelo es real, el color, no».

Pero si hay alguien que sabe toda la verdad sobre el pelo de Clinton es Santa Nikkels. Su nombre se hizo famoso por aparecer varias veces en los polémicos correos electrónicos mandados desde un servidor personal cuando la candidata era secretaria de Estado. La «Santa» que aparecía en esos mensajes acabó siendo su peluquera de confianza en Chappaqua, el suburbio opulento al Norte de Nueva York donde tienen su casa Hillary y Bill Clinton. Cuando arreciaban los rumores sobre una peluca en noviembre del año pasado, Nikkels habló a la revista «People» para negarlo: «Tiene el mejor pelo del mundo».

Ver los comentarios